El pasado día 25 de enero Syriza ganaba las elecciones griegas. El resultado electoral me pareció una suerte de esperanza y alegría para un pueblo que ha sufrido durante tanto tiempo la mala gestión de sus gobernantes, las medidas de austeridad de la Troika y la represión económica de una Europa insolidaria que se ha dedicado a mirar hacia otro lado mientras asfixiaba al pueblo griego.
El siguiente notición que vino a incendiar las redes sociales fue cuando unos días después de las elecciones se formaba el nuevo Gobierno sin ninguna mujer al frente de los 12 ministerios. Horas después la noticia invadió Twitter siendo trending topic #sinmujeresnohaydemocracia.
Leí y escuché algunas declaraciones al respecto, que siempre son las mismas en estos temas, alegando que las mujeres nos implicamos menos en la política, que no estamos ahí y que sino estamos más presentes es porque no nos interesa el tema. Por no mencionar los comentarios racistas de “en Grecia están menos desarrollados […] es una sociedad más machista[…].» Lo que más me aturde de este tema es que precisamente estos argumentos suelen ser mantenidos (a veces) por compañerxs “progres” (por llamarlxs de alguna manera) o situados en algo que podríamos llamar izquierda. ¿De verdad somos capaces de tragarnos este tipo de argumentos todavía? ¿Cómo no va a haber mujeres griegas capaces de ser ministras? Algo va muy mal, cuando en lugar de ver una clara discriminación, lo primero que se busca es una justificación a la desigualdad. Quizás si en lugar de justificar sus ausencias hiciéramos reflexión de las prácticas políticas, los micro y macro machismos que nos rodean, no sería, entonces difícil comprender que lo de las compañeras griegas es solo la punta del iceberg.
En este sentido, algunas feministas griegas como Sissy Vovou ni siquiera creo que les hubiera sorprendido este escenario político, cuando las feministas griegas ya habían alertado que en la carrera electoral, Syriza había dejado a un lado todas las reivindicaciones feministas. De hecho como ella mismo menciona en este artículo de La Marea, este hecho la hizo abandonar el partido en 2012 cuando la propia red de mujeres se disolvió.
Al hilo de este tema, el pasado sábado asistía a la asamblea ciudadana convocada para la configuración de una lista ciudadana en Murcia que resultó convertirse en “Cambiemos Murcia”. Era la primera vez que acudía a una asamblea de este tipo y quizás debería haberlo esperado, pero para mi sorpresa el turno de palabra fue tomado mayoritariamente por los compañeros de la sala. Solo intervinieron 4 mujeres y ellas, contrariamente a algunos de los participantes, sí respetaron las limitaciones de tiempo, realizaron intervenciones constructivas, concretas y propositvas. Sin embargo, algunos de los hombres que participaron hicieron caso omiso a las limitaciones temporales y repetían una y otra vez las mismas ideas.
Casualmente a la salida de la asamblea tuve la oportunidad de charlar con algunas compañeras feministas que igualmente habían percibido desequilibrio en las intervenciones. Me sentí idiota al no haberlo verbalizado, al no haber trasladado a la asamblea eso que estaba pasando en ese preciso momento, porque una de las cosas por las que creo que se caracteriza el feminismo es por poner nombre a las cosas que pasan desapercibidas ante nuestros ojos pero que están ahí mermando nuestro día a día.
Y con estas cuestiones que me llevan rondando la cabeza unas semanas, siempre acabo haciéndome la misma pregunta: ¿cómo va a merecer la pena involucrarte en una lucha que no te nombra, en la que tienes que abrirte espacio a codazos y que concibe que todo lo que tenga que ver con el feminismo es algo que no urge, que no da votos, que “ya vendrá luego”? En fin, no es de extrañar que algunas feministas decidan quedarse al margen de partidos.
Decía Beatriz Gimeno en un artículo en el diario.es, con respecto al tema de las elecciones griegas que “esa victoria no era tan nuestra como pensábamos” espero que en el año electoral que se aproxima las victorias sí sean para las mujeres. Tristemente, sino es así, considero que la mejor idea es quedarnos con la certeza de Sissy Vovou “Lo único que va a imponer políticas feministas en el ámbito institucional es la fuerza del movimiento fuera”.