Sus pies se mojaban, lentamente y casi sin inmutarse. Venía una ola y ella estaba en la orilla, el agua llegaba hasta sus dedos. Cerraba los ojos y podía sentir la similitud de ese ola en sus pies, como las caricias que tiempo atrás había sentido, y cuando abría los ojos el agua y el recuerdo se habían esfumado.
Venía otra ola y el agua subía hasta el tobillo. La espuma le parecía una mano que agarraba con fuerza su pie, ahora la sensación era distinta y quería huir de su cuerpo, ser volátil y simplemente no estar. Cuando el agua se iba Sara respiraba, se sentía aliviada como si hubiera salido de una pesadilla.
Sentía como si esas olas fueran una de cal y otra de arena, veía venir la tercera y sus pies estaban ahí aferrados en la arena, en tierra firme, lo que ella deseaba y cerró los ojos. Solo espero que el oleaje le diera una sensación, respiró profundamente, abrió los ojos y miró al frente, el agua subió hasta la rodilla. Se sintió un naufrago en una isla desierta, todo para ella, lo bueno y lo malo, lo real y lo imaginario y solo notó que sus pies tenían fuerza para sostener su cuerpo, algo que llevaba tiempo intentando y no lograba.