Sólo la verdad puede aún salvarnos: acerca de los «Cuadernos Negros» de Heidegger
Hagámonos entonces las preguntas necesarias como, por ejemplo, ¿de qué tratan los Cuadernos? Responderemos: los temas son numerosos y diversos. ¿Cómo se habla de ellos? En un estilo esencial –notas más o menos desarrolladas- y a menudo muy polémico. Habría que empezar por ofrecer algunas muestras, como las relativas a Nietzsche, de quien Heidegger afirma que «no se dio cuenta de que su derrocamiento del platonismo, es decir, el planteamiento de la vida como la realidad fundamental exclusiva –un planteamiento que también vuelve obsoleta la discernibilidad entre el más acá y el más allá-, en el fondo tenía que obrar en sentido contrario a su más íntimo objetivo del hombre superior y logrado (los grandes ejemplares), pues con aquel planteamiento queda legitimada por sí misma la masificación de lo viviente y de su apremio a vivir.
El jardín con el que nos (des)contamos
Comentario a AGAMBEN, Giorgio: El Reino y el Jardín. Sexto Piso, Madrid, 2020. No hay mito del origen que no lo sea también de la pérdida, ningún paradise que no reste además lost. Nosotros mismos estamos, en este sentido, desoriginados, arrancados. De esa violencia provienen las figuraciones del pecado y de la culpa. Fuimos, ya […]
Sin aliento, un parloteo: notas sobre des Forêts
Quizá porque habría que leer más allá de lo escrito si queremos comprender una sola palabra. Es un barro fértil, entonces, el de la escritura. Las flores de la retórica crecen en este barro fértil, lleno de conchas y fósiles. Este lodo fértil de la imaginación es el fermento de la lectura. Lo que quisiera intentar encontrar en el punto ciego de la lectura de des Forêts es una especie de lectura/s sin la violencia de la dialéctica, el remache silencioso y la meditación tácita de un ensueño alejado del ruido y la furia que nada significan. Leer El Charlatán, como leer, en general, cualquier texto que constituya por sí solo un pequeño peirón en los caminos del pensar, es sumergirse en las profundidades de un abajo que también está más allá, la inmersión para siempre suspendida, el instante desde entonces siempre pendiente, pero es el único otro mundo posible (no hay mundo postrero o antes del mundo, solo hay lo contrario, el interior, lo íntimo, de este mundo).
Anne Carson, anuncio por palabras
Atreverse a querer, osar eso que, si releemos a Safo a partir de la bella y doctísima lectio de Carson, es sólo nombrable con un neologismo. Porque el deseo erótico es glukupikron, dulceamargo, tanto más dulce cuanto más amargo, dulce aunque amargo, dulce porque amargo, porque son estas variedades o permutaciones las que constituyen la lección misma del deseo bittersweet. Adelanto mi juicio. Detesto los poemas de desamor y es de desamor de que lo que aquí se habla, lo que aquí se narra. Podríamos hablar de algo así como un matrimonio fallido. Pero es uno que no deja de fallar, que lo hace desde el principio. Se trata de un matrimonio por así decir poco conyugal. Que no se aclimata al ocaso tierno y amistoso de la pasión, porque el matrimonio de éxito supone el fracaso de otra cosa. Es el sabio camino elegido por la vida para que la pasión no la desborde ni la haga imposible. En cambio, y así comienza (o no) el poema, A wound gives off its own light, una herida desprende su propia luz. No se salda ni se suelda. Carson dice que se trata sólo de una analogía, de una demora (a delay).
No cualquiera puede ser medianoche
He dicho un intelectual en claroscuro que confiesa su propia noche. ¿Pero he dicho todo? Steiner revela de igual forma su incompetencia en varias áreas. Por ejemplo, al final de su capítulo sobre Sión, donde aduce que para escribir una verdadera obra sobre la diáspora judía le falta «la claridad de miras necesaria y el hebreo». Steiner insiste en que no hablaba la lengua (la realidad lingüística, por otro lado, de tantos judíos asquenazíes, políglotas, capaces de una inmersión particular en las lenguas, pero extrañamente alejados de la lengua de la Torá). De esta vacante lingüística surge la duda recurrente que cultiva sobre su propia persona. Pero, ¿no es acaso el vagabundeo del judío «la representación alegórica y empírica de una búsqueda, de un incesante vagabundeo interior». Será una extraterritorialidad ontológica, más que un exilio histórico o sociológico.