Una lectura desde la casa de la calle Santa Teresa
Al final de la calle solitaria hay una casa antigua. Una de esas que tienen más de noventa años, pero podrían sumar otros noventa. Una casa antigua en tiempo de estío, cuando las noches son calurosas, corean afuera las cigarras y alguna lechuza solitaria transita con sus párvulas zancas por algún lugar de la arquitectura […]
Un asunto teológico: algunas variaciones sobre «El Exorcista», de William Peter Blatty
«Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte. La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo», afirma el Catecismo de la Iglesia Católica. Pero a principios […]
La sencillez de lo complicado: «El arpa de hierba», de Truman Capote
Hace tan sólo unos meses, escribí sobre Truman Capote y sus cuentos. Me fascinaron. Admito que quedé perpleja ante la sencillez en el planteamiento de sus textos, que no ha de confundirse con simpleza o vulgaridad; sino con la destreza de crear una narración a partir de hechos cotidianos, sin florituras, ni acontecimientos rimbombantes que […]
Retratos literarios: «La jauría humana», Horton Foote
Cada capítulo, óleo costumbrista antes que cualquier otra cosa, denota cómo estos momentos diversos, que sin embargo pertenecen a una misma secuencia temporal, contrastan lo violento y lo sereno, lo trágico y lo apacible. Al final, la tempestad estalla. Reeves no es precisamente un Hamlet que regresa tras la muerte de su padre, pero sí una suerte de personaje shakesperiano, como ese príncipe que se da de bruces con una amarga visión. Toda la obra lo es. Será pues preciso resolver el enigma que se cierne sobre Harrison.
Cuentos completos de Truman Capote: la virtud de las formas breves
A principios de enero, alguien me regaló los “Cuentos completos” de Truman Capote, aquellos publicados entre 1943 y 1982; algunos, en revistas. Hacía tiempo que una serie de relatos reunidos no me suscitaba tanto interés. Quizás, su sencillez o, tal vez, su verosimilitud extraña y compleja, atrapan a un lector ávido de esas sensaciones que sólo remueven los personajes que nacen en un contexto concreto y que, si tratas de apartarlos de su origen, desaparecen o, en el peor de los casos, pierden su brillo. Truman Capote transforma su dura infancia y sus conflictos en píldoras de genialidad, eliminando sentimentalismos baratos y dosis de sucedáneos psicoanalíticos. ¿Quién dijo que un escritor no podía hablar de sí mismo en sus obras? Si lo hace como él, bienvenido sea.