Elegías de Sy Baumgartner
Fue un número equivocado lo que inició todo, el teléfono sonando tres veces en plena noche, y una voz al otro lado preguntando por alguien que no era él[1]AUSTER, Paul. 1988. The New York Trilogy. London: Faber and Faber, p. 3. Alguien descuelga un teléfono por error y la vida cambia. Ya sabemos que algunas […]
Hacia una fotosíntesis del presente
Comentario a BOYLE, T.C.: Una libertad luminosa. Impedimenta, Madrid, 2021. Voy a comenzar hablando de la química de Boyle, contra lo que suele ser habitual en nuestras colaboraciones aquí. Y lo hago con la hipótesis de que lo que significa su obra en general -una especie de espejo alterado de la historia, no sólo de […]
Moradas II: Una alegría cercana a la tristeza
A Thomas Coraghessan Boyle se le conoce, desde sus primeros libros, como T. Coraghessan Boyle o T. C. Boyle. El nombre parece haberse esfumado en un postrer coletazo de la literatura posmoderna. Del Call me Ishmael estamos, de rebato, ante un Don’t call me by my name. No me llaméis por mi nombre. O quizá […]
Una lectura desde la casa de la calle Santa Teresa
Al final de la calle solitaria hay una casa antigua. Una de esas que tienen más de noventa años, pero podrían sumar otros noventa. Una casa antigua en tiempo de estío, cuando las noches son calurosas, corean afuera las cigarras y alguna lechuza solitaria transita con sus párvulas zancas por algún lugar de la arquitectura […]
Cuentos completos de Truman Capote: la virtud de las formas breves
A principios de enero, alguien me regaló los “Cuentos completos” de Truman Capote, aquellos publicados entre 1943 y 1982; algunos, en revistas. Hacía tiempo que una serie de relatos reunidos no me suscitaba tanto interés. Quizás, su sencillez o, tal vez, su verosimilitud extraña y compleja, atrapan a un lector ávido de esas sensaciones que sólo remueven los personajes que nacen en un contexto concreto y que, si tratas de apartarlos de su origen, desaparecen o, en el peor de los casos, pierden su brillo. Truman Capote transforma su dura infancia y sus conflictos en píldoras de genialidad, eliminando sentimentalismos baratos y dosis de sucedáneos psicoanalíticos. ¿Quién dijo que un escritor no podía hablar de sí mismo en sus obras? Si lo hace como él, bienvenido sea.