¿Qué es Eros?
En la mitología griega, Eros era el dios primordial responsable de la atracción y el sexo. En las teogonías de Hesíodo, el más famoso de los mitos griegos, Eros surge tras el caos primordial junto con Gea, la Tierra y Tártaro, el inframundo. Luego fue surgiendo el mito de Eros, hijo de Afrodita con Ares, […]
Anne Carson, anuncio por palabras
Atreverse a querer, osar eso que, si releemos a Safo a partir de la bella y doctísima lectio de Carson, es sólo nombrable con un neologismo. Porque el deseo erótico es glukupikron, dulceamargo, tanto más dulce cuanto más amargo, dulce aunque amargo, dulce porque amargo, porque son estas variedades o permutaciones las que constituyen la lección misma del deseo bittersweet. Adelanto mi juicio. Detesto los poemas de desamor y es de desamor de que lo que aquí se habla, lo que aquí se narra. Podríamos hablar de algo así como un matrimonio fallido. Pero es uno que no deja de fallar, que lo hace desde el principio. Se trata de un matrimonio por así decir poco conyugal. Que no se aclimata al ocaso tierno y amistoso de la pasión, porque el matrimonio de éxito supone el fracaso de otra cosa. Es el sabio camino elegido por la vida para que la pasión no la desborde ni la haga imposible. En cambio, y así comienza (o no) el poema, A wound gives off its own light, una herida desprende su propia luz. No se salda ni se suelda. Carson dice que se trata sólo de una analogía, de una demora (a delay).
No cualquiera puede ser medianoche
He dicho un intelectual en claroscuro que confiesa su propia noche. ¿Pero he dicho todo? Steiner revela de igual forma su incompetencia en varias áreas. Por ejemplo, al final de su capítulo sobre Sión, donde aduce que para escribir una verdadera obra sobre la diáspora judía le falta «la claridad de miras necesaria y el hebreo». Steiner insiste en que no hablaba la lengua (la realidad lingüística, por otro lado, de tantos judíos asquenazíes, políglotas, capaces de una inmersión particular en las lenguas, pero extrañamente alejados de la lengua de la Torá). De esta vacante lingüística surge la duda recurrente que cultiva sobre su propia persona. Pero, ¿no es acaso el vagabundeo del judío «la representación alegórica y empírica de una búsqueda, de un incesante vagabundeo interior». Será una extraterritorialidad ontológica, más que un exilio histórico o sociológico.