Cuentos completos de Truman Capote: la virtud de las formas breves
A principios de enero, alguien me regaló los “Cuentos completos” de Truman Capote, aquellos publicados entre 1943 y 1982; algunos, en revistas. Hacía tiempo que una serie de relatos reunidos no me suscitaba tanto interés. Quizás, su sencillez o, tal vez, su verosimilitud extraña y compleja, atrapan a un lector ávido de esas sensaciones que sólo remueven los personajes que nacen en un contexto concreto y que, si tratas de apartarlos de su origen, desaparecen o, en el peor de los casos, pierden su brillo. Truman Capote transforma su dura infancia y sus conflictos en píldoras de genialidad, eliminando sentimentalismos baratos y dosis de sucedáneos psicoanalíticos. ¿Quién dijo que un escritor no podía hablar de sí mismo en sus obras? Si lo hace como él, bienvenido sea.