El pasado martes día 7 de julio tuvo lugar en el centro cultural Puertas de Castilla el workshop Sonic Electric impartido por la artista multidisciplinar Juliana España Keller, aprovechando la residencia que la artista canadiense está realizando en el Centro Negra en Blanca (Murcia).
La propuesta de Juliana se inserta en el campo de la performance sonora, en la teoría crítica, las artes visuales y el trabajo con la comunidad. El objetivo de su investigación es desarrollar un análisis creativo a través de la práctica sobre el lugar, el poder y la identidad, a través de la inmersión en el entorno de la cocina. En particular su estrategia es crear un laboratorio estratégico de implicación colectiva, compuesto por perspectivas críticas y procesos de creación artística, en los que explorar principios participativos y relacionales.
Juliana desea investigar sobre la semántica de los sonidos, cómo estos afectan al oyente y cómo se transforman con el tiempo. J.E.Keller busca cuestionar qué queremos que los sonidos evoquen en el oyente, qué provocan pensar, sentir, experimentar y aprender.
El enfoque metodológico del workshop parte de la escucha profunda (deep listening) una forma de escucha en la que estamos plenamente presentes en lo que sucede en el momento en el que experimentamos la audición. Sin tratar de controlar el sonido, pensarlo o juzgarlo. Nos desprendemos de nuestro clamor interno, nuestras suposiciones habituales y escuchamos con respeto lo que se está diciendo exactamente. Así las oyentes son partícicpes y testigos de sus emociones y pensamientos mientras a la vez mantienen el foco de atención en lo que oyen, abandonando el hábito de pensar en lo que el hablante puede decir.
https://www.youtube.com/watch?v=Bbz2Hn0nNp4
¿Y con qué herramientas? Pues, con todos los objetos de cocina que se nos puedan ocurrir.
La cocina es un espacio que forma parte de nuestro día a día, los sonidos que allí se generan configuran una especie de católogo sonoro irrelevante y banal sobre el que Juliana pone el foco de su creación. Las labores manuales que se realizan en la cocina pasan a convertirse en el centro de la experiencia del taller donde cada persona se convirte en un satélite que gira en torno a una escucha profunda de estos objetos, abordados desde una perspectiva diferente, donde el sencillo sonido de un estropajo puede convertirse en un potente estruendo. La colección de utensilios de cocina combinados con amplificadores, micros y manos convierten la cocina experimental del taller en un laboratorio sonoro colectivo.
La cocina viene siendo desde los setenta un espacio de reivindicación feminista, recuperamos el trabajo de Martha Rosler «Semiotics of the Kitchen» del que en cierta medida partía el planteamiento de Sonic Electric:
En Semiotics of the Kitchen Martha Rosler empieza su demostración de los utensilios de cocina en orden alfabético (de apron [delantal] a tenderizer [maza]) al estilo de un programa de televisión aparentemente convencional. A continuación la obra se convierte en una representación cuya vertiente crítica se deriva no sólo de la precisa, analítica y enfática comprensión de la cuestión por parte de la artista, sino también de la estructura formal de su actuación. En su presentación sutilmente anárquica y cómica de los utensilios, Rosler trata sobre la agresividad inherente en «la mujer en la cocina», tanto desde el exterior como desde el interior. Hiende el aire con un tenedor (en la dirección del espectador) y vierte el contenido virtual del cucharón en el espacio que hay a su lado. Al demostrar la posición instrumentalizada de la mujer, Rosler –siguiendo la lógica de su orden alfabético– finalmente se convierte ella misma en un utensilio más, aunque no personifica un utensilio sino la inicial: con su cuerpo escribe las letras U, V, W, X, Y, Z, lo que a su vez significa que su cuerpo queda escrito por ellas.