Un ritual gourmet: cómo comerse el escribano hortelano
Antes de sacarle los ojos al pajarillo, a éste se le ceba durante días. Luego se le emborracha con almañac, se le despluma y se le asa. Todo este proceso no suele llevar más de 10 minutos, aproximadamente.
Lo más interesante viene luego: se coge una servilleta de lino y se la coloca uno en la cabeza, esto sirve para ocultar tu crueldad de los ojos de los demás. Se pone el pajarito entero en la boca, se le corta la cabeza con los dientes y se toma un buen trago de Borgoña o Burdeos. Sólo hacen falta 15 minutos masticando lentamente para que el escribano se deshaga en la boca.
He aquí un manjar de reyes.
- Tan precisa que da miedo
En el Día de Todos los Santos y Fieles Difuntos la gente quiere formar parte de la familia Bertomeu, salvo ellos mismos. ¿El motivo? Meter las narices donde no deben, de ahí el no celebrar la pérdida de sus seres queridos. El arquitecto Rubén es a CANAL+, lo que es Frank Underwood para Netflix o Nucky Thompson en HBO: un hombre ávido de poder, pero sin escrúpulos.
Los hermanos Sánchez-Cabezudo parieron un ‘Crematorio‘, basado en el texto de Chirbes, creíble y desasosegante. Alegoría de la corrupción española, dueña del malestar en la península, que permitimos y nos toca vivir.
Acontece en Misent, un baile de disfraces que produce pánico; en el que no sobran brujas ni faltan vampiros. En dicha localidad ficcional retazos de la Costa del Sol inundan sus imágenes, haciéndonos recordar que esta fauna ya es de por sí real. Y en este emplazamiento Pepe Sancho interpreta al impune patriarca, especulador del ladrillo, querido en políticos e insaciable ambición: Rubén Bertomeu. Otro ser amoral, por doquier, prestado al mejor postor.
- La trama de los tramposos
La finca Benalda, antaño propiedad de los Bertomeu, propició un falso derecho a la indemnidad de éstos. Y recién fallecido Matías, hermano menor del protagonista, el castillo de naipes del arquitecto tiende a balancearse. En la sombra surgen miradas recelosas hacia el proyecto turístico Costa Azul, dando comienzo la notoria crisis inmobiliaria del 2008.
Con todo; Rubén busca apoyo en su pareja Mónica y el séquito liderado por Sarcos para lidiar con los delitos que se le imputan, los mismos que pueden vincularlo con Traian (un mafioso ruso) y demás negocios fraudulentos. Pero todo será en vano, el precio por hectárea le ha salido caro y no le quedará otra que enfrentarse al pueblo.
En síntesis, esto es ‘Crematorio‘.
- Sin dejar nada
Se estrenó en 2011 y a día de hoy es calificada como la mejor ficción televisiva de nuestro país, por su valentía y veracidad. Además, nunca hemos vuelto a tener la oportunidad de ver a estos actores desgarrarse la piel como lo hicieron en aquel testamento (premiado con el Ondas a Mejor Serie Nacional).
El guión es excelso, locuaz en diálogos y situaciones trilladas, nada que envidiar a las mejores producciones norteamericanas. Es cierto que a menudo se le reprocha el exceso en subtramas, pero la honesta descripción del por qué estamos aquí resulta tan placentera que dichas imperfecciones acaban pasando desapercibidas. Aquí lo importante es su legado, lo que nos dejan los ilusionistas.
- Como el 6 de Enero
En este país se sacan conejos de chisteras y el ‘deseo’ hace tiempo que ninguneó al ‘esfuerzo’. El truco consiste en no dejarse engañar y ‘Crematorio‘ reformula, nuevamente, la pregunta: ¿Por qué consentimos que unos tengan demasiado, mientras otros tan poco?
Silvia Bertomeu, interpretada magistralmente por Alicia Borrachero, es el miserable público del anfiteatro. Aún dando por hecho que el mundo es un buen lugar por el que merece la pena luchar, seguimos temerosos. Preferimos desconocer de dónde procede nuestro confort, o como suele reinterpretar mi madre, ‘el vivo al hoyo y el muerto al bollo’.
Con benevolencia, pocos españoles han sacado provecho de estos últimos 6 años. La inmensa mayoría han sobrevivido como han podido creyendo alcanzar, por un instante, la eternidad.
*Esta producción sirve para recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos.