Parte III: De la paz a la guerra
Relaciones en el preámbulo de la invasión: ¿Hacer la paz o hacer la guerra?
EEUU reveló en noviembre y diciembre de 2021 planes de Moscú para una potencial invasión a Ucrania. En el preámbulo de la invasión rusa y frente a la posibilidad tangible de que estallase la guerra, ¿se agotaron todas las vías diplomáticas? ¿hizo suficiente EEUU/OTAN para evitar la guerra? La evidencia muestra que, más bien, Washington no quiso negociar y optó por seguir armando a Ucrania.
Durante la primera quincena de febrero de 2022, EEUU avisa de que Rusia planea una invasión inminente de Ucrania. Rusia lo niega, pero advierte de que hay que resolver la cuestión de la OTAN. Moscú exige el compromiso de que Ucrania no se incorpore a la Organización y muestra su preocupación por la fuerza militar que EEUU ha desplegado en sus alrededores.
Según el Deutsche Welle, los líderes hablan por teléfono. Indican que los canales diplomáticos están abiertos, pero Biden dice a Putin que EEUU “está igualmente preparado para otros escenarios”. EEUU sigue apoyando la “política de puertas abiertas de la OTAN”. Ofrece a Rusia desescalar sus fuerzas en la frontera a cambio de medidas de desarme. No se llega a negociar sobre la OTAN ni sobre una posible desescalada. Según un funcionario estadounidense, “no se ha producido ningún cambio fundamental en las dinámicas de las últimas semanas”. EEUU sigue armando y asesorando a Ucrania.

El Kremlin asegura perseguir un submarino estadounidense en aguas territoriales rusas en el norte del Pacífico. EEUU niega las acusaciones y, junto a Reino Unido sigue armando a Ucrania, mientras que Alemania rechaza esta opción porque podría llevar a mayores tensiones y obstaculizar salidas negociadas a la crisis.
Zelenski pide que se agilicen los trámites para el ingreso en la OTAN, EEUU anima a ello y Putin amenaza con responder. Ante las crecientes tensiones, Naciones Unidas aboga por la diplomacia y pide “máxima contención”. El 21 febrero, Putin reconoce las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk. EEUU y la UE imponen sanciones. El 24 febrero, Rusia lanza su invasión a gran escala.
La guerra se podría haber evitado si Rusia hubiese decidido no invadir, pero, tal vez, también si EEUU hubiese decidido negociar. La excongresista Tulsi Gabbard dijo que, si Biden simplemente hubiese prometido no incorporar a Ucrania en la OTAN, la guerra se podría haber prevenido. Un simple ‘de entrada no’ hubiese podido servir para frenar la invasión. La realidad es que, según ha confirmado un alto funcionario de la administración Biden, EEUU decidió no negociar con Rusia sobre la expansión de la OTAN antes de la guerra.
A principios de marzo se inicia una ronda de negociaciones entre Ucrania, Rusia, Francia, Turquía e Israel. Fracasará previsiblemente debido a que persiste un desacuerdo sobre la naturaleza del conflicto y cómo superarlo. Es más, existe un acuerdo sobre la conveniencia de continuar la guerra. Rusia y Ucrania están satisfechas en términos de sus objetivos clave: infligir el mayor daño posible por un lado y evitar la derrota militar por otro. Sin dar pasos hacia acuerdos de fondo, compromisos concretos de desescalada ni alto el fuego, ambas partes imponen su capacidad militar y voluntad política de prolongar la guerra.
A finales de marzo, el portavoz del Departamento de Estado sigue desalentando que Ucrania negocie con Rusia sobre la OTAN. La brutalidad y criminalidad de Putin es manifiesta, pero la paz requiere un cambio en la geopolítica no solo por parte de Rusia, sino también de EEUU.
La política exterior de EEUU ha continuado la línea agresiva llevada a cabo durante la Guerra Fría. En 1948, el Departamento de Estado de EEUU fija los objetivos de reducir el poder e influencia de Moscú en Europa del Este y lograr modificar su política exterior. En tiempos de paz, se debía promover la “retracción gradual” del poder ruso en los países satélite y la “emergencia de países de Europa del Este como factores independientes”. En tiempos de guerra, habría que “destruir la influencia y el dominio militar soviético en zonas contiguas”, además de “destruir a fondo la estructura de relaciones mediante la que los dirigentes” rusos influyen en otros países. Sin embargo, “no sería nuestro objetivo […] asegurar la independencia de Ucrania o de cualquier otra minoría nacional” (excepto en los estados bálticos).
El acuerdo entre Bush I y Gorbachov de no expansión de la OTAN y no agresión rusa de 1990 fue un breve lapso de paz hasta 1997 cuando Clinton emprende dicha expansión. El mismo año, Biden afirma que lo único que podría provocar una reacción “vigorosa y hostil” por parte de Rusia es expandir la OTAN a los estados bálticos.
Entonces, como ahora, se sigue el objetivo marcado por el influyente experto estadounidense en política exterior, Zbigniew Brzezinski: en el “gran tablero de ajedrez” del orden mundial tras la caída de la Unión Soviética, el objetivo de EEUU como única superpotencia global es controlar Eurasia, para lo cual “Ucrania es el estado crítico”.
Según Anatol Lieven, “la estrategia estadounidense de utilizar la guerra en Ucrania para debilitar a Rusia es completamente incompatible con la búsqueda de un alto el fuego e incluso de un acuerdo de paz provisional”. Solo así puede explicarse —señala Lieven— que EEUU no apoyase públicamente las propuestas de paz realizadas por el gobierno ucraniano a finales de marzo, incluyendo su neutralidad militar: Ésta “es una parte absolutamente ineludible de cualquier acuerdo, pero debilitar a Rusia implica mantener a Ucrania como un aliado de facto de Estados Unidos”.
En la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid a finales de junio el mensaje es claro: incremento del gasto público militar, seguir armando a Ucrania, militarizar la frontera de Europa del Este y tensionar la relación con China. Ninguna propuesta sobre cómo construir la paz.
Europa ha tenido y tiene la posibilidad de desarrollar buenas relaciones comerciales y de seguridad con Rusia —una casa común europea, en palabras de Gorbachov. Podría en el mejor de los escenarios arrastrar a Rusia hacia la democratización, pero en su lugar se ha dejado arrastrar por EEUU hacia la obediencia geopolítica. Empezando por un acuerdo de alto el fuego y avanzando en la transformación de las relaciones internacionales, la paz aún está al alcance. Este es el tema del próximo artículo de la serie.
Una versión en inglés de este artículo ha sido publicada en Propaganda in Focus