En cierto modo, los sucesos del Batavia recuerdan a aquella situación descrita por Javier Cercas de un imaginario Roberto Bolaño discutiendo con el alter ego del escritor en Soldados de Salamina. Hablando de Pinochet, de la dictadura, de Chile, Cercas como es natural, le preguntó cómo había vivido la caída de Allende y el golpe del dictador. El pseudo Bolaño respondió que aquello fue un «desbarajuste fabuloso» y que Allende fue un héroe. «¿Y qué es un héroe?», preguntó Cercas. Bolaño aseguró no saberlo, pero sin embargo precisó: «John Le Carré dice que hay que tener temple de héroe para ser una persona decente». Justamente ahora cuando el rescate está próximo se debe recordar que ante la fuerza del mar, puede tornarse a un nuevo naufragio. Es la decencia, la honradez, la que hace que el espectador salte al agua y que vuelva la confianza que hace posible comenzar de nuevo, de reconstruir la nave sin otros terribles hundimientos por el camino, pero incluso con ellos. Blumenbeng lo vio claro cuando pensó que comenzar quería decir imaginar la condición sin la nave nodriza. El navío siempre ha sido frágil, siempre ha sido un estadio más tras largas constucciones y reformas. En el fondo siempre se trató de lo mismo: de afrontar el mar con los restos de los desastres anteriores. Ya lo dijo Ahab a Starbuck: «no gimas ni rías ante un resto de naufragio».
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