Elegir una mesa que esté situada cerca de la ventana o bajo una luz cenital. Sentarse. Coger la servilleta del plato y colocarla sobre las rodillas. Nunca a modo de babero. Si, por cualquier motivo, tuviésemos que levantamos, dejarla siempre en el lado derecho. Alabar la decoración. Estudiar la carta con interés inusitado. Sonreír como un emoticono. Comentar los platos en voz alta. Sugerir alguno compartir. Evitar hablar de política y fútbol. En el caso de que fuese necesario, confabular para que el tema principal de conversación gire en torno a la comida. No apoyar los codos en la mesa. Elegir con firmeza, sin mostrar dudas, ni arrepentimientos. Esperar a que todos los comensales estén servidos. Entonces, y solo entonces, sacar el móvil, enfocar el plato y hacer la foto. Aplicar filtros con agilidad y moderación. Publicarla en Instagram y/o Facebook. Guardar el teléfono en el bolsillo. Utilizar la cubertería de fuera hacia adentro. Masticar con boca cerrada y sin hacer ruido. Abstenerse de comprobar los likes recibidos al menos hasta los postres.