Nunca esperar a un autobús debió ser tan divertido. Recuerdo mis extensos siete años viajando a la universidad en bus y sus correspondientes cientos de mañanas esperando que ‘arrivara’ aquella caja de dos plantas sobre ruedas a la insípida parada. Anda que no me habría divertido yo allí sentado de haberse parecido a éste mi lugar de espera. Seguro que habría llegado con quince minutos de antelación en cada ocasión para así disfrutarlo más.
Me imagino jugando al apalabrados con aquellas letras: BUS, SUB, USB, UBS, SBU, BSU… y ya.
Este microproyecto de una parada de autobús que se materializa en madera y acero, unos materiales altamente comunes de mobiliario urbano, se encuentra ubicado en Baltimore, E.E.U.U, y responde a una ya importante relación de proyectos que incorporan grandes tipografías en relieve, o no, a la hora de expresar conceptos, espacios, o sencillamente palabras. En este caso, la tipografía se habita, las letras se convierten en bancos y marquesinas. Lo sencillo como pasarela a lo impactante.