Las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran- dijo Polo-. Quizás tengo miedo de perder Venecia de una vez por todas si hablo de ella. O quizás, hablando de otras ciudades, la he ido perdiendo poco a poco. Italo Calvino- Las ciudades invisibles
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
Kavafis -Itaca
Hace unos meses veía por primera vez en el Flickr de Humberto Pellicer algunas de las fotografias de su viaje por New Orleans y Nashville. Son muchas las emociones que despiertan los lugares que fotografió. Ojear con detenimiento cada una de las fotografías es trasladarse a un instante de su intrépdio recorrido. La ciudad del Jazz, de Treme, del Catrina, de la pobreza, de la resistencia… pasando por una obligada parada en el universo de Johnny Cash.
En cierto sentido esta entrada no es más que una excusa para compartir con vosotras estas imágenes. Imágenes llenas de vida, atravesadas por una constante explosión de fugacidad. Fugacidad inherente a la persona que viaja y que ve ante ese inmenso mar de nubes, un nuevo universo por descubrir. Me gusta entender la acción de viajar como una experiencia que más allá de la cómoda instalación en otro espacio. Viajar nos transforma. La persona viajera nunca vuelve igual que se fue, se vuelve con más, con un conocimiento más preciso de qué lugar ocupa en el mundo. Cambiar de escenario facilita ver qué lugar ocupamos en nuestra realidad. Dejar nuestro espacio de confort implica necesariamente experimentar otras realidades. Viajar invita a ver la realidad con más matices, con más riqueza, en definitiva, despierta la esperanza de la posibilidad.