«Nunca me muero en viernes, siempre lo dejo para el sábado, el domingo o festivos», pensó con firmeza.
«¡Uy! pero realmente no siempre es así. Para mí sí, pero para otros compañeros no».
Ya se había liado y su cabecita se puso a buscar información en su base de datos, esa que hacía que recordara cosas que podía olvidar.
—Vamos, lo que los humanos llamarían agenda o neurona circulante —pensó en voz alta y siguió hablando—. Realmente también hay temporadas que muero y luego resucito, o me matan y me resucitan, otras que me dejan congelado, modo off o vuelvo al on cuando ellos quieren. ¡Cómo es esta gente que se piensan que somos eternos o que nos pueden mandar trabajar cuando ellos quieren!
Al buscar información y moverse, su cuerpecillo, con forma de O, giraba sobre sus pies y parecía que bailaba al son de todo lo que componía su cuerpo. Todo ello acababa sonando: sonidos de metal, algo de cristal, una pizca de plástico, todos ellos juntos y, porque no decirlo, parecía un poco torpe. Lo notó y paró.
—¡Qué cansado estoy y todavía es jueves! — suspiró y se puso a pasear lentamente por encima del tablón redondo que tenía como casa y mientras meditaba sus manitas se contoneaban al ritmo de sus movimientos y sonidos, para explicar bien, con porte erguido, cómo eran:
—¡Ojo!, no todos somos iguales: unos duramos días, otros meses, otros años, unos somos redondos, otros cuadrados, otros fijos, otros móviles, algunos muy modernos, llámese digital. Todo un mundo. Es decir, siglos de existencia. De hecho, dicen que hemos usurpado el trabajo del agua, del sol, de los gallos y de no sé cuántas cosas más.
—Y os preguntaréis ¿no os cansáis teniendo tanta vida a vuestras espaldas? Pues sí, mucho la verdad, pero hay que seguir trabajando cada día. Bueno, maticemos: algunos no. Pero “cuidado” que los mayores al final somos más cumplidores. Ahí seguimos al pie del cañón, con nuestras dos patas y nuestras antenas que tiemblan cada mañana, cuando estamos en activo eso sí.
—¿Sabéis que os digo? Que me voy a dormir, que como ya dije es jueves, y toca dormir que no morir sobre mis patas, para eso ya llegará el sábado, el domingo o cualquier festivo. Pero antes os diré que voy a firmar este texto, porque vosotros los humanos tenéis poca memoria y menos tiempo.
Firmado: Reloj despertador analógico de 1787