La Ley Trans ha sido rechaza en el Congreso hace pocos días porque el PSOE se abstuvo, no ha querido formar parte de la solución ante una problemática social que España arrastra desde hace más de dos décadas. La transfobia causa rechazo, sufrimiento, una tasa de desempleo en adultos mayor del 80% y de un 40% de intentos de suicidio en adolescentes, como indica el estudio Transexualidad en España, de la Universidad de Málaga.
El pasado jueves se escuchó en el Congreso de los Diputados el siguiente discurso de Lourdes Mendez, la portavoz de Salud de Vox en materia de Igualdad:
Esta proposición de ley no va a solucionar todo el sufrimiento que existe […] Porque esta proposición de ley, que infringe diversos preceptos de nuestra Constitución, tiene como fin no los derechos de las personas transexuales, tiene como fin el reconocimiento del derecho a la identidad de género, a la autodeterminación sin base científica alguna y en contra de la biología, pues niegan la existencia de la naturaleza sexuada y binaria con los efectos adversos que ello conlleva.
A esta persona le pregunto, ¿qué va a solucionar el sufrimiento de las personas trans? Desde luego que la desinformación que rezuma por los poros de su piel no. Tampoco la transfobia que se le intuye bajo ese traje de preocupación por el bienestar de las personas. Dice que la Ley Trans no tiene base científica alguna, que va contra la biología. La invitaría a preguntarse ¿qué son la biología, la medicina y el lenguaje? Y, sobre todo, ¿qué usos hacemos de todo ello? Parece que no ha ido a clases de historia o no recuerda que la biología, la medicina, La Ciencia, esas ramas de conocimiento en las que deposita su máxima confianza como si de un Dios se tratase, han cometido errores garrafales no solo en los análisis que han hecho sobre fenómenos de la realidad, sino también de los usos del lenguaje, de los discursos que de ellos se derivan con las pertinentes consecuencias para la vida política, social y cotidiana. Apelar a La Ciencia y a La Verdad que esta “descubre” con sus investigaciones sí que es una estrategia política maliciosa.
Le recomiendo tres lecturas. La primera El género en disputa de Judith Butler, para que no confunda identidad sexual con identidad de género, y pueda así ampliar sus conocimientos teóricos antes de volver a subirse a su púlpito en el Congreso. La segunda, Yo soy el monstruo que os habla de Paul B. Preciado, para que lea de primera mano sobre ese sufrimiento de las personas trans que tanto le encoge el corazón, y por el que les niega una Ley que reconozca, como ella bien dice al final de su intervención sin darse cuenta, derechos y deberes. Preciado es un hombre trans que exige dejar de usar discursos de verdad que patologizan a las personas, que manipulan el lenguaje para poder hablar de la naturaleza de la realidad de tal modo que puedan ordenarla en base a una ideología de odio y rechazo. Por último, le recomiendo leer, o en su defecto escuchar la entrevista arriba mencionada, ¿Solo dos? La medicina ante la ficción política del binarismo sexo-género de D. G. Abiétar, un libro escrito por un médico que trata de analizar y comprender el paradigma médico, precisamente, para solucionar todo el sufrimiento que esté genera a las personas trans.
En este último libro, Lourdes Mendez encontrará varios capítulos que tratan de explicar científicamente los elementos biológicos que se tienen en cuenta a la hora de identificar el sexo (hombre o mujer) y asignarle un género (masculino y femenino) a una persona recién nacida: genes, gónadas, genitales, subjetividad o autopercepción psíquica, siempre desde el binarismo de género y dejando fuera a toda persona cuya alineación entre estos elementos no sea “la correcta”, alineación que no impone la naturaleza, sino el ser humano que interpreta una realidad y le asigna un nombre. Además, el autor hace un rastreo histórico sobre las categorías usadas para designar esta realidad y cómo han ido variando dependiendo de otro tipo de intereses que se salen de la disciplina médica o biológica. Pone de manifiesto que no es hasta el s. XVIII que la diversidad sexual e identitaria se vuelve un problema médico, generado principalmente por la política económica del momento. Finaliza con un análisis sobre las Unidades de Trastorno de la Identidad de Género, unidades médicas poco formadas y por las cuales pasan cientos de personas que son diagnosticadas con disforia de género. Como bien ha indicado la portavoz de Vox, esta es, según la última corrección de la OMS pues antes la definían como una enfermedad mental, una incongruencia entre el sexo biológico y el género asignado al nacer. Unidades que generan sufrimiento en vez de mitigarlo, como muestran algunos testimonios que aparecen en el libo de D. G. Abiétar.
«Que si te maquillas, que si te gusta la limpieza… Y para conseguir el tratamiento tenías que mostrar conductas hiperfemeninas». Y eso durante un año. […] Yo no recibí comentarios sobre mi cuerpo o vestimenta, porque me adelanté, y mostré lo que ellos querían ver».
Silvia
«Recuerdo que me preguntaban: «¿tú, de pequeña, con qué jugabas?, ¿y con quiénes jugabas?»
Shey
Invito a la portavoz de Vox en materia de igualdad, y a todas las personas abanderadas de la naturaleza biológica de la alineación sexo-género heteronormativa, a que lean la lista de características que aparece en el Inventario de los Roles Sexuales de Bem o BSRI a ver qué les parece que la autosuficiencia se declare preminentemente masculina y la alegría femenina. Estos son algunos de los test que se utilizan en las consultas psiquiátricas por las que han de pasar las personas trans para demostrar su género. Según esa lista, mi género es masculino pues las características de mi identidad son tipificadas como tal. ¿Qué conclusiones podemos extraer de ella? Quizá los aparatos de producción de conocimiento no sean tan objetivos como se nos pretende hacer creer. Quizá lo masculino y lo femenido se nos quede pequeño, quizá no sean ya categorías útiles a la hora de hablar de personas.
Lo que se pone de relieve al escuchar discursos como los de esta portavoz de Vox, el voto en contra del PP y la abstención del PSOE es, precisamente, la poca voluntad política que hay en este país para poner fin al sufrimiento de personas que viven bajo la supuesta protección de nuestra amada y verdadera patria, ¡Una, Grande y Libre!