La semilla del diablo (triste ejemplo de cómo la traducción del título de un libro puede dar mucha más información de la necesaria, ya que lo que el original Rosemary’s baby dejaba a la imaginación éste directamente lo pone de manifiesto) es una historia sobre el despertar. El relato de cómo las piezas del puzzle de una vida en la que las cosas van pasando y la comprensión está velada por las ideas preconcebidas, la buena educación y la negativa a enfrentarse con las verdades dolorosas… pueden un día encajar una detrás de otra hasta formar un cuadro completo.
Rosemary es una chica muy dulce y un poquito rebelde. Dejó atrás a su familia, tradicional y cerrada, para ir a Nueva York a buscar su destino. Y lo encontró junto a Guy, un protestante de profesión actor. Forman una pareja atractiva, moderna para la época (los años 60) y amorosa. Ella tiene 24 años, él 32. Ella dejó de trabajar para casarse. Él ha trabajado en unas pocas obras teatrales sin mucho éxito y en varios anuncios para la televisión. Tienen ganas de vivir y están esperando que las oportunidades surjan y les abran un camino de prosperidad.
El otro gran protagonista de esta historia escrita por Ira Levin es la casa Bram, un edificio antiguo, señorial y sombrío que se alza en medio de las nuevas construcciones de Nueva York, envuelto por un aura morbosa e inquietante. Tiene un historial de suicidios y desgracias superior a la media, y eso es precisamente lo que la convierte en un caramelito para personas y parejas con ganas de vivir en un lugar emblemático.
Rosemary y Guy quieren vivir allí, les parece lo más cool del mundo (sobre todo a ella), y conseguirlo parece una señal de buena suerte.
Allí empiezan a conocer a vecinos un tanto peculiares, pero siempre amables y educados. Una de ellos es Terry, una joven exdrogadicta a la que una pareja anciana del edificio ha recogido de la calle para darle un hogar. Rosemary y ella se hacen confidencias y así conoce la bondad de esta pareja y su atención a los detalles, una de cuyas pruebas es el bonito amuleto que han regalado a su “hija adoptiva”: una bolita de plata que contiene una hierba llamada raíz de tanis, que supuestamente promete prosperidad y buenos augurios.
Terry tarda pocos días en morir en extrañas circunstancias, y esto acerca a Rosemary y Guy a estos ancianos, que han quedado afectados por la pérdida de su protegida. Rosemary convence a su marido y deciden cenar los cuatro juntos una noche, para proporcionarles un poco de compañía a personas tan buenas y vulnerables, y ahí comienza una relación en la que, oh, sorpresa, Guy parece querer implicarse mucho, ya que el anciano tiene un amplio conocimiento del mundo del espectáculo y de la profesión actoral.
A partir de esa cena sus vidas comienzan a cambiar de un modo bastante rápido… fulminante, de hecho.
Guy consigue una oportunidad de oro gracias a un hecho desgraciado: su principal rival despierta una mañana ciego. Una desgracia… pero hay que aprovecharla.
Guy parecía que nunca iba a encontrar el momento idóneo para tener hijos… y de repente tiene ganas de formar una familia.
Rosemary se siente feliz por el avance que están experimentando en su forma de vivir… pero también comienza a tener ligeras sospechas y malestar. Sus vecinos parecen demasiado solícitos, demasiado pesados. No quiere contrariarlos, porque su buena educación está por encima de todo, pero se da cuenta de que la cortesía social empieza a ser un poco agobiante.
Cuando queda embarazada, la alegría pronto queda ensombrecida por el dolor. Un dolor muy fuerte, continuo, devastador, que se aloja en su vientre y al que su ginecólogo (que lo es porque sus vecinos han mediado para que lo sea) no da importancia.
El dolor y las pesadillas son el pan nuestro de cada día de una Rosemary que empieza a sumirse en un estado depresivo, en unas sombras que, poco a poco, va a tener que ir clarificando. Va a tener que pensar, que deducir, que desconfiar. Va a tener que cambiar su perspectiva de todo lo que la rodea, de todo lo que ha aprendido, de todo lo que ha amado, para poder ver y comprender la verdad.
Porque la verdad es lo más importante, especialmente ahora que su vida y la de su bebé están en juego. La verdad es lo único que puede salvarlos. ¿O no?
Título: La semilla del diablo |
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