Quería escribir sobre otra cosa. Quería escribir sobre el acontecimiento poético que tuvo lugar el pasado fin de semana, moderado por Luna Miguel y Didier Andrés Castro. Dos sesiones de hangout en las que un montón de buenísimos y sobre todo jovencísimos poetas hablaron de lo que les da: lo que inspira, la voz, qué y cómo comunicar, la edición, la política, la vida. Qué demonios: la poesía. Punto. Quería escribir sobre esto y sin embargo el fallo tecnológico, la señal Wi-Fi insuficiente. Estamos de suerte, ustedes y yo, porque desde Los perros románticos –sí, Bolaño- se subieron las pláticas a YouTube, de modo que pueden verse en su canal.
Quería escribir sobre la voz que un amigo, un poeta venezolano, tenía ya con diecisiete años –y ese acento que no para de hacerme ver que estamos tan lejos del café y el abrazo-, sobre cómo escucho sus poemas, sobre cómo los miro en su boca redonda de niño venenoso. Quería contar cómo he corregido esta semana un poema propio que dice <<ya nada nunca se hace tarde>> con una convicción inequívoca y sin embargo él me provoca la ansiedad repitiendo en bucle que se hace tarde para todo. O sobre mis conversaciones con I. cuando nos enfadamos con el mundillo literario por la poca importancia que se da a lo verdaderamente importante. O acerca del viaje que supone amor.txt, de David Refoyo, una de las últimas publicaciones de La Bella Varsovia. O incluso sobre Philip Seymour Hoffman y su manera de traducir a poesía las inseguridades de los protagonistas de Jack goes boating, su primera –y desgraciadamente última- película como actor y director, que ya había interpretado con el mismo reparto en su formato original, el teatro. Y sin embargo esto.
Sin embargo, en lugar del homenaje, un ‘ligero error’: esta semana se cumplía el 78 aniversario del asesinato del autor de Poeta en Nueva York o Bodas de sangre, y el responsable de la cuenta de Twitter de RTVE tuvo a bien recordarlo diciendo <<#TalDíaComoHoy nos dejaba Federico García Lorca>>. Sí, nos dejó. Y murió cerca de su pueblo, como indicaba aquel libro de texto que Anaya decidió retirar hace tan solo unos meses en el que de Machado se contaba que se fue a Francia con su familia y que vivió allí hasta su muerte. Tranquilamente, oigan. Y claro, a pesar de la posterior rectificación, la polémica en las redes no surge, sino que explota con mucho más descaro que cuando Vegas le dijo a Cohen, sobre el escenario de aquel concierto-homenaje que se le hizo al cantante en Gijón, que llevara cuidado porque posiblemente tendría que estrechar la mano a algunos de los que mataron a su admirado escritor. Y lamento decir, porque es una muy poco de fenómeno de masas, que explota con toda la razón del mundo. Qué importante es emplear la palabra adecuada, ay. Si no justicia política, si no justicia histórica, al menos justicia léxica. Porque, por si alguno de ustedes todavía no lo sabe, Lorca fue asesinado. Fusilado. Leí en el muro de Sofía Castañón lo siguiente:
Es verdad que Lorca se nos fue, a los lectores,
muy pronto, tanto, antes de tantos versos.
Pero más cierto es que le ejecutaron
por homosexual y por rojo y por sus poemas
y para que no escribiera ni amara ni viviera más.
Y que yo no quiero que mi hijo y los hijos de otros
de la edad de mi hijo
desconozcan de dónde viene la realidad que hoy pisan.
Quería hablar de tantas cosas y sin embargo. Sin embargo yo tampoco quiero que mis hijos desconozcan. Que no quede todo en violín y sepulcro.