Ramón Salazar realiza un corto titulado El domingo y años después, de ese trabajo parte para realizar La enfermedad del domingo, donde nos sorprende con una historia que se sostiene en dos pilares fundamentales, por una parte dos mujeres que encarnan la familia en distintas versiones, y por otra la naturaleza en sí, que las arropa y hacen que se conjuguen a la perfección en todo el metraje.
Chiara hace treinta y cinco años que no ve a su madre, Anabel. Pasado ese tiempo y ya en plena madurez busca a su progenitora y le plantea una intrigante propuesta: pasar diez días juntas, ni uno menos ni uno más, y no volverá a saber de ella. Anabel, con temor, acepta e intenta suplir el tiempo perdido con su hija, pero no sabe como acercarse a ella con naturalidad y sin miedo al rechazo, no sabe muy bien las intenciones que Chiara esconde que puede tener más trasfondo que lo que piensa.
Susi Sánchez y Barbara Lennie son el alma mater de la película, son antagónicas entre ellas, en su personaje, pero al mismo tiempo ambas se ven reflejadas en la otra. Dos actrices de generaciones distantes con una forma de expresarse brutal, casi sin movimiento, su tono de voz ya elevan el texto a la expresión corporal que se necesita en cada toma. Rezuman naturalidad en todo el rodaje, y el empaque de ambas con la cámara es sorprendente, porque todo es sobrio, frío y oscuro, pero te sobrecoge de una manera extrema, hurgando en la parte más sentimental del sentido materno filial.
Cuando lo bello y desgarrador se dan la mano no es contradicción, es la unión de los polos opuestos, de la realidad llevada a la máxima expresión porque del amor al odio, como se suele decir, hay un paso, pero también poso, que se va quedando en el camino.
La enfermedad del domingo posee, por partes iguales, mostrar la capacidad de olvido y de recuerdo, dimensiones que ambas protagonistas contienen en diferentes fases de la película, que por momentos vira incluso introduciéndose en un thriller a nivel emocional muy firme, pero con la sobriedad y elegancia de ir lentamente para captar al espectador y sorprender con mesura.
A veces no está de más que se pueda disfrutar de las palabras de los protagonistas y responsables de la película para poder entender mucho más lo que nos quieren trasmitir, por ello este vídeo es un buen aliado para acercarse a La enfermedad del domingo y lo que hay detrás, antes y después de su visionado:
La enfermedad del domingo es de esas propuestas que giran lentamente, que se van volviendo viral dentro de uno mismo según se van dibujando los personajes, duros, intensos, calculadores, pero con sentimientos encontrados en cada secuencia.
Diálogos que no cuentan, que solo dejan dudas y que se desvelan con las miradas de esas dos inmensas actuaciones, que se dan cabida en las actrices. Por momentos si nos alejamos del entorno natural en el que se amparan las secuencias, podrían poner a ambas en un escenario, como si estuvieran en vivo y en directo, dándose la réplica con la palabra y con sus semblantes, una que busca y otra que esconde, o viceversa, porque ambas al final tienen un punto en común, no querer contar todo lo que es, pero querer desnudarse emocionalmente sin tener que derrumbarse
Se podría decir que el Ramón Salazar escudriña en el interior de las protagonistas buscando los extremos, escarbando en las heridas que ha dejado el paso y el poso del tiempo por el leve pasado juntas. Es minucioso en la forma de buscar las formas de las miradas, la compenetración de ambas, haciendo que la cámara y la fotografía sea algo especial con ellas y con la naturaleza que les rodea, escenario salvaje que es una descripción del interior de cada una.
Ramón Salazar y Susi Sánchez ya trabajaron juntos en la anterior película del director, 10.000 noches en ninguna parte, la actriz desprende magia en las secuencias, ambos han sabido sacar la esencia necesaria para crear un personaje a su medida en cada película, y que aporta originalidad y sosiego al mismo tiempo, a la cinta en sí.
Ficha técnica