En negro, primera novela publicada de Asun López, propone un relato que se presta a dos lecturas. La historia de un secuestro, el de Samantha, por alguien -paradójicamente- muy conocido por ella. A través de unos diálogos rápidos, cinematográficos y de la división del relato por días de secuestro, vamos conociendo un poco la historia de Peter (el secuestrador) y de Samantha.
En la primera lectura, tenemos a un sádico obsesionado con la joven Samantha de quien parece querer vengarse. Al parecer Peter siempre ha estado enamorado de la chica y ella siempre le ha ignorado. La obsesión de Peter por hacerle entender a Samantha su amor, le lleva también a humillarse él mismo, puesto que la secuestrada no escatima en insultos. Desde el inicio sorprende el atrevimiento de Samantha ante su captor: ¿cómo puede hablarle en un tono tan amenazante?, ¿qué tipo de relación de poder existe entre ellos?
-¿Por qué haces esto, Peter? ¿Por qué coño estás haciéndome esto?
– Lo sabes perfectamente. Porque te quiero.
(…)
– No quiero seguir con esto, Peter. Me duele la cabeza. Estoy cansada y hambrienta. Esta tontería ha durado ya demasiado. Eres el Loco del barrio, todos te conocen. ¿Crees que cuando se enteren de que he desaparecido nadie sospechará de ti?
En el transcurso de los días, sabemos que mientras Samantha ha tenido una vida más o menos llena de vivencias y emociones, la de Peter ha sido un camino de espinas que quizás, en cierta manera, se ha buscado él mismo. Aunque Peter no parece querer asesinarla, tampoco parece dispuesto a aliviar este extraño cautiverio. Extraño puesto que Peter sólo quiere tiempo para demostrarle cuánto la quiere, para enseñarle lo que es el amor, obteniendo sólo de ella un gracias, una sonrisa, una parte de su cuerpo… y de su alma.
A pesar de los reproches mutuos, existe una cierta complicidad entre ambos. ¿Cómo es posible sino que Peter sepa qué magdalenas le gustan a Samantha?, ¿cómo adivina que “The pentagram burns” es su canción favorita?.¿y lo que significó el viaje al extranjero para ella? La respuesta se desvela al final, un final que sacude nuestros tabús y que deja un sabor excesivamente amargo.
Es este sabor, el que nos conduce a esa segunda lectura, donde Peter ya no es un sádico, ni Samantha la pobre víctima. En cada diálogo encontramos que las palabras adquieren justo el significado contrario que le dimos en un principio. Peter es un ser despreciado justamente por aquellas personas que más debían amarle. En realidad, no ha hecho nada, sólo ser él mismo. El “falso antagonista” ha crecido con una enorme carencia afectiva que ha apaciguado con la automutilación. El secuestro es sólo una medida desesperada de quien ya no tiene más recursos para ser amado. Incluso el mismo Peter se arrepiente, pues lo único que pretende es que Samantha le quiera tal y como él le quiere, sin concesiones. Pero para Samantha, Peter sólo es un “jodido” loco.
Él le ha quitado todo y ella no va a venderse por una magdalena. (…) Debe resistirse… Debe… Debería… Debería no probar bocado. Debería tratar de morderle, de patearle los testículos. Hacerle daño de verdad. Arrancarse con los dientes la cuerda que la mantienen inmóvil y pegarle una paliza. Sí, eso es lo que debería hacer…
Por su parte, Samantha parece también provenir de una situación similar de desapego familiar, pero en su caso ha sabido sobreponerse. ¿Cuál es la clave de Samantha? La del desprecio, sólo gracias a eso ha podido esquivar a su captor durante tantos años. Sólo así ha conseguido proyectar su reflejo ante Peter y hacerle creer que el monstruo es él. Y el monstruo nunca duerme, sólo queda oculto en la oscuridad esperando el momento justo para salir e invadirlo todo con su penumbra, haciendo caso omiso de lo que algunos consideran moral.
En Negro, título más que conseguido, es una novela para repensar nuestra manera de comunicarnos, de acercarnos a nuestros seres queridos, un relato que nos empuja al pensamiento y a la acción resiliente, una historia que nos recuerda las palabras de Hebe de Bonafini: el otro soy yo.
Título: En Negro |
---|
|