La adaptación cinematográfica del Gran Gatsby de Baz Luhrmann comienza con la luz verde del embarcadero difuminada entre la niebla. Lo que un día fue el punto de unión entre lo real y el sueño, ahora está empañado, incluso sucio y casi reducido a humo. Todavía parpadeante, todavía vivo, pero sin ser nunca más, porque siempre fue de quien lo ideó.
También la vida del narrador de la historia, Nick Carraway, se encuentra en un estado parecido: oscurecida por los restos de una gran fiesta. Es un inicio recurrente, que Luhrmann ya emplea en Moulin Rouge. El del escritor que recuerda mientras escribe como catarsis de la tragedia. La convivencia con la ausencia de un tiempo mejor. Luhrmann lo plantea como premisa al flashback que llevará al espectador a otro lugar, a otra época. Una en la que los colores del mundo parecían otros y desde luego albergaban mucha más vida.
Carraway no es el protagonista de la historia que escribe, ni a quien perteneció el sueño tras la luz del embarcadero. Lo son más bien los locos 20 en los que parecía que nada podría ir mal a pesar de estar construyéndose un frágil castillo de naipes. O el ascenso social de los nuevos ricos, algunos de ellos bajo dudosa moralidad pero deslumbrante apariencia; o por su puesto Gatsby, del que en realidad todos sabían muy poco. Carraway es un observador, que se encuentra “dentro y fuera”.
Es su empeño de narrador testigo, que se topa con los acontecimientos casi de forma accidental, el que otorga parte de su esencia a la obra de Fitzgerald. En la adaptación de Luhrmann se salvan reminiscencias de ese mirar de soslayo y al mismo tiempo encontrarse en medio de la trama – el primer encuentro de Gatsby y Daisy es considerablemente fiel al libro en ese sentido- pero la exageración de la narrativa audiovisual hace que se mire demasiado directamente la historia de amor y se le reste profundidad a los aspectos que la acompañan, que quedan diluidos entre el ruido de una puesta en escena hermosa, pero estridente.
Una de las características de la escritura de Fitzerald es la capacidad para tratar temas de una complejidad y profundidad formidables. También su habilidad para crear atmosferas de gran carga emocional que al mismo tiempo resultan etéreas, bellas, rítmicas. Es prácticamente imposible separar la forma del contenido y mantener intacta la esencia del Gran Gatsby, que es de por sí tan única como lo es un ente vivo.
En la adaptación de Luhrmann nos encontramos una narración de hechos que guardan similitud en cuanto a lo que sucede, pero no en cuanto a todo aquello que está sin decirse de forma explícita. Esta disparidad queda marcada en notable medida por la forma de contar. Luhrmann lo hace con pomposidad y exageración, desviando el original hacia la teatralidad. Tampoco es sencillo plasmar el lirismo decadente de Fitzgerald y su forma de decir sin decir, -o decir de pronto- en medio de la genialidad y la elegancia. No está claro, por otra parte, que esta sea la intención del director, que se mantiene fiel a su propio estilo.
No obstante es esa forma de narrar, ese narrador que se desliza con prudencia, sinceridad y ambigüedad por los acontecimientos en medio de metáforas, la que sin duda constituye una parte innegociable del alma del Gran Gatsby y la que la película, en su estridencia, no ha conseguido lograr.
En cierta manera sí que se consigue plasmar el tormento interno de un Gatsby que vive más en el pasado que en el presente y cuyo futuro está construido sobre unos cimientos efímeros. La fuerza y la fragilidad de sus sueños. Un hombre hecho así mismo con una visión singular del tiempo, con un optimismo especial y también un desarraigo y un personaje que le impiden conectar con su presente. Sin embargo, el artificio de más empaña la hondura de lo que se muestra.
Título: El Gran Gatsby. Año: 2013. Duración: 143 min. País: Australia. Director: Baz Luhrmann. Guion: Baz Luhrmann, Craig Pearce. Novela: F.Scott Fitzgerald. Música: Craig Pearce. Reaparto: Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Elizabeth Debicki, Jason Clarke. Productora: Warner Bros., Bazmark Films, Red Wagon Productions.