Después de Indigesta (2009), la poeta sevillana Siracusa Bravo (1983) publica en 2011 su segundo libro de poemas, De cómo Peter Pan me quitó demasiado, una cuidada edición ilustrada de Cangrejo Pistolero Ediciones con prólogo de Juan Cobos Wilkins e ilustraciones de Vanessa Blanco Jiménez que ha llegado a mis manos estas navidades en sobre sin remite, sospecho que de alguna ávida lectora que paseó la Feria Alicantina de Libros de Artista (méh).
Siracusa Bravo plantea un viaje poético dividido en tres primaveras a manera de diario, con las fechas en el margen superior derecho entre líneas, entre rejas. Confía la autora sevillana en la estrategia literaria de quien reescribe el mito para hacerlo mito. Como escribe Juan Cobos Wilkins en el prólogo “hay un vuelo similar al Neverlandiano, vuelo hacia el amanecer de una poeta que asume mitos y los suma a su mitología personal”.
El mito de Peter Pan, de la infancia abandonada, del complejo de no abandonarla, riega unos versos de factura prosística y ritmo hímnico, con diferentes disposiciones gráficas que juegan con las ilustraciones, donde circulan los personajes de J. M. Barrie (a quien se cita en varias ocasiones) en la boca, en el alma de la autora, que se apropia de la historia para hablar de desamor, y de amor sobre todo, “tengo / un arsenal de minúsculas sensaciones, / de sentimientos menores / esperando a que pase el amor/ (y así recuperar de nuevo el espacio perdido) / y que no vuelva. / [Pues que esperen]”, de un viaje interior de personalidades múltiples (Peter Pan, Indios, piratas, hadas) que vertebran la voz la poeta, una voz que aspira a rebeldía pero que queda tímida, difusa, en ocasiones.
La celebración del mito de Peter Pan: “Algún día / seré grande y fuerte /hasta entonces /… / me seguiré regando / cada noche” como refugio de un mundo en crisis. La infancia como abrazadera, los cuentos como somníferos y esa tensión entre la inevitable propensión hacia el futuro y la camisa de fuerza que lo detiene. Ahora que parece que el futuro viene lento, Siracusa se encierra en la infancia, hay girones de hermetismo en sus versos, y asume la voz de Campanilla, de Garfio, de Peter Pan, resume El principito, recurre a las princesas de los cuentos, A Alicia, para convertir los celos en querencia, quizá el trasfondo del poemario, la isla lejana, Neverland debajo de la cama: querer pese a las olas, querer pese al viaje. Encontrarse en el pasado, refugiarse en el pasado y en los cuentos para asumir estos días de tequieros insignificantes, inválidos, inútiles, sin compromiso.
De cómo Peter Pan me quitó demasiado me da la razón. La poesía gana fuerza con la imagen. Magistrales las ilustraciones de Vanessa Blanco Jiménez, que sostienen algunos de los poemas. Los tonos verdes, las hadas tristes y los contornos difusos de los sueños, de los viajes de la imaginación, ponen la ilustración al nivel del verso, lo complementa, lo configura, lo resemantiza. Peter Pan con el corazón cosido. Campanilla en acuarela.
Pero atentos, muchachos, para llegar a Neverland hay un letrero, un camino de baldosas amarillas hacia el deseo, solo para valientes. Se lee: “Demasiada imprudencia / para ir sin miedo”.
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