Cuando los cómics eran tebeos, la mayoría de las publicaciones en España eran en blanco y negro. Yo crecí con ediciones antiguas de “Hazañas Bélicas” “El guerrero del Antifaz” y demás tebeos pro-franquistas de la época. A la vez que crecía iba conociendo a “Mortadelo y Filemón”, a “Anacleto” o al genial “Vázquez” el “moroso”.
Todos estos personajes llegaban a mis manos en forma de viejos tebeos roídos, leídos mil veces por otras personas, que supongo se lo pasarían tan bien como yo con ellos. Después de estos personajes comencé a interesarme por otros cómics diferentes, éstos ya en color, llenos de personajes atormentados por dudas y problemas. Autores como el mismo Moebius y Alejandro Jodorowski crearon juntos obras geniales como “El Incal«.
Mientra, Frank Miller revolucionaba el mundo del cómic y muchas mentes inquietas en 1983 con Ronin, la historia de un samurai sin señor al que servir (la influencia de la filosofía oriental en sus argumentos es continua) en un, no muy lejano, futuro apocalíptico sacado del Amanecer de los muertos. Ronin marcó un antes y un después en el arte de las novelas gráficas. El regreso del señor de la noche (la primera parte de ese trabajo en la que narra la decadencia de Gotham es genial) siguió la línea creativa, y ya en los 90 creó Sin City, su obra maestra. En este trabajo guioniza, dibuja, y sobre todo experimenta ese blanco y negro barroco y expresionista, llevándolo hasta extremos a veces psicodélicos (Ida y vuelta al infierno), otros directamente impresionistas (Ese cobarde bastardo) y creando, siempre de manera original, puro arte postmoderno lleno de referencias y mezclas, como si de un nuevo género se tratará. Sergio Leone, influencia clara en su trabajo, hizo lo mismo en los 70 con el Spaghetti Western.
Miller crea unos personajes de una pieza y lo hace con simpleza y naturalidad, diálogos pulp llenos de tópicos llevados el extremo, y unos dibujos llenos de fuerza. La mirada de sus anti-héroes, es tan peligrosa como la de los corruptos dueños de la ciudad del pecado.
La adaptación de Sin City dirigida a medias con Robert Rodríguez fue una buena muestra de lo que una adaptación de un comic debe ser. Y se consiguió respetando una regla básica:
Respetar el espíritu de la obra original, pero sin olvidar que son medios diferentes.
Luego en Marvel (La casa de las ideas) las mismas se les fueron acabando. Y aparecerían “naderías” tipo Vengadores, X-Men, etc…
Parecía que nadie sabía relacionar el comic y el cine con un mínimo de dignidad.
Pero nos olvidábamos de M. Night Shymalan. Todo el cine del director de origen Indio respira amor por los comics.
El Protegido (que precisamente no está basada en un cómic), es el gran ejemplo.
Una película en la que no importa lo fantástico o descabellado del argumento. Un apasionante retrato del nacimiento de un superhéroe y la relación entre poder y responsabilidad, una guía práctica de la ética que debe seguir alguien que tiene la posibilidad y los medios de hacer el bien, algo muy útil hoy en día en EEUU.
Shyamalan fascina desde el primer minuto con ese largo plano secuencia presentando a nuestro futuro súper-héroe a través de los ojos de un niño, en una situación nada heroica por cierto, resolviendo el accidente del tren con una genial elipsis mucho más interesante que el festival de efectos especiales que se suele usar en estos casos.
Después de este arranque consigue que nos identifiquemos con un personaje siniestro a primera vista, vestido siempre de negro, obsesionado con el protagonista, pero que al conocer su historia no podemos sentir otra cosa que una profunda complicidad y empatía con este pobre paria de la sociedad, condenado a vivir toda su vida en mundo lleno de peligros inminentes, en constante alerta ante cualquier descuido o ligero golpe, un auténtico hombre de cristal. Nos enseña que su objetivo en la vida, como el de cualquiera de nosotros, es encontrar su lugar en el mundo, y en su caso para conseguirlo debe encontrar a su antagonista, la otra cara de la moneda que le ha tocado en suerte. La secuencia en la que el protagonista toma conciencia de ser un auténtico súper-héroe y sigue a un asesino en serie hasta la casa de sus víctimas y la posterior lucha con él, está rodada con una mezcla de terror sobrenatural y épica, deudora directamente del cómic. Esta brillante secuencia acaba con el héroe volviendo a casa consciente de su cambio, con los consecuentes cambios también a nivel personal, como si de Peter Parker se tratara.
Desde entonces nos han llegado múltiples adaptaciones. Unas mejores (“Arrugas” de Paco Roca por ejemplo) y muchas infinitamente peores.
Nos centraremos en la mejor de todas ellas hasta la fecha:
La Vie d’Adèle de Abdellatif Kechiche (La vida de Adele).
El Azul es un color cálido es el comic original. Ópera prima de Julie Maroh y una de las dos únicas historias que la autora nos ha ofrecido desde 2011 —la otra fue ‘Skandalon’, un elocuente análisis de la fama y las brutales consecuencias de la misma—, ‘El azul es un color cálido’ servía a su autora para narrar con suma pasión e intenso sentimiento la historia de amor entre Clementine, una adolescente de quince años inmersa en el turbulento proceso de cambios asociados a su edad, y Emma, una veinteañera de pelo azul.
Brillante obra gráfica en blanco y negro, en el que el azul solo se usa para remarcar lo bello, el deseo, el amor.
Si el comic es realmente bueno la película en este caso es una auténtica obra maestra.
La película nos habla de algo tan difícil de definir como es el “amor”, su búsqueda, el inicio, la pasión sexual del comienzo, cómo mantenerlo vivo con el paso de los años, las crisis inevitables, la pérdida, el corazón roto. En unos tiempos convulsos como los que vivimos, donde todo lo que parecía solido se desmorona ante nuestros ojos, parece que solo queda el “amor”, su búsqueda, mantenerlo, mimarlo, disfrutarlo…
Cuando una cámara, una mirada mecánica, se sitúa a la altura de la mirada humana surge cine. En este caso, el cine vive en los dos rostros capturados, sin cosmética, de Adele Exarchopoulos y Lea Seydoux.
Vemos nacer y crecer su súbito enamoramiento y la pantalla no nos oculta nada. Lo único que decide e importa es el cómo?.
Las escenas de sexo tan explícitas, como deben de ser para que respiren verdad, fueron rodadas en extenuantes jornadas, de repeticiones infinitas. Las dos actrices se entregan totalmente a sus personajes y han creado una de esas raras obras maestras intemporales con la ayuda del director, pero yo creo firmemente que la película perdurará sobre todo por Adele Exarchopoulos, su trabajo traspasa la pantalla incendiando todo a su paso. La película va más allá de contar una historia de amor. Entra en el terreno de la reafirmación de uno mismo como ser humano.
“Contra Dios he apostado desde esta esquina insomne, y contra Dios juego todas las inmensas noches la moneda infame de mi yo”. Decía Panero.
El amor se rige por leyes misteriosas y en esta genial película conduce a un final desesperado y dulce. ¿Paradoja?
Por último hablar de una de esas raras obras que van creciendo con el tiempo:
Los combates cotidianos de Manu Larcenet
“No puedes llevarte una decepción cuando no esperas nada” dice Pablo uno de los personajes.
La historia de un fotógrafo de guerra harto de miseria y guerra que vuelve a casa puede parecer una historia manida, pero Larcenet nos cuenta a la par la intrahistoria de un país (Francia, pero podría ser España) y de una época de desindustrializaciones masivas y de creación de Banlieues en el corazón de Europa, con los resultados que todos estamos padeciendo.
Una época en la que un político como Sarkozy (Macron) es recibido como el salvador de la democracia.
El cómic nos habla de encontrar “Un lugar en el mundo” como diría Aristarain.
De trazo con apariencia de típico tebeo de humor, algo que causa contraste en ocasiones con el tono grave que va adquiriendo, el cómic intenta expresar cómo Marco, al igual que todos nosotros, está inmerso en pequeñas y grandes batallas del día a día.
Laurent Tuel dirigió en 2015 la adaptación y no se espera su estreno en España.
Si Tuel ha conseguido mantenerse fiel al espíritu estaríamos ante una gran película.
Si algún día la conseguimos ver…