Christian Petzold es el director de El cielo rojo, que se puede ver en estos momentos en Filmin, y para hablar del director he decidido recordar Bárbara de 2012, y que en cierta forma ha marcado una forma narrativa de mostrar una época y unos hechos, que posteriormente muchos directores han seguido la línea en pantalla.
Hay distintas maneras de mostrar las secuelas que dejan unos acontecimientos que hayan marcado la vida de unas personas, desde una mirada fría y sencilla donde los personajes escondan sus emociones y pongan un muro de contención casi, para no volver a sufrir y no ser vulnerables, o desde la realidad partiendo desde los actos mostrándoles explícitamente. Aquí, en “Bárbara”, el director Christian Petzold ha elegido la primera opción queriendo utilizar la contención desde la huella del pasado que se refleja en las miradas pausadas y distantes.
Bárbara no es otro que un relato de 1980 ubicado en la República Democrática Alemana, donde una doctora que quería pasarse a Occidente ha sido castigada y enviada a un pequeño pueblo a desempeñar su trabajo. En este ambiente, para ello, no es tan llevadero, porque no es su lugar, no es donde quiere vivir. Le saldrán las inseguridades por el entorno, por la desconfianza en los demás, pero al mismo tiempo su amor a su trabajo que tan bien reflejado está en la cinta.
Presentar en escena la angustia, el miedo y la represión no es fácil, sobre todo si es en protagonistas tan cerrados en sí mismos. En la cinta se ven en esos rostros asustadizos sin dejar una mueca medio abierta para que no se noten sus inseguridades y puntos débiles. Utilizando mucho el plano y contra plano para ver las distintas reacciones y gestos de cada uno, y observar y meditar quien finalmente esconde más detrás de esa mirada tan fría e inerte.
El director y guionista Christian Petzold expone con sutileza cómo el ser humano tiene una lucha interior sobre lo que hacer, si actuar en beneficio propio o, por el contrario, decantarse por el bien de los demás. Y si, sobre todo en este caso, que es un médico, se tiene que debatir entre salvarse el o la vida de un paciente, aunque sea a costa de su felicidad y su propio bien.
La película nos viene avalada por varias causas, además de por su historia en sí, por el premio obtenido, Oso de Plata al Mejor Director en el Festival de Berlín en 2012, y por una sorprendente actuación de Nina Hoss, actriz recurrente de la filmografía del director, que plasma en su semblante todo aquello que una persona puede sentir al hallarse perdida y desubicada.