Polvo serán (cuento)
Cuando nació mi hijo, recuerdo haber pensado que la humanidad se dividía entre quienes detenían sus vehículos ante el paso de cebra en el que yo esperaba, paciente, con el asa del carrito en mis manos, y quienes no lo hacían.
El asno rey (cuento)
Y a nadie sorprendió que la corona le cupiese tan bien, ni que sus orejas tuviesen la misma medida.
Se puede pisar el césped (cuento)
Mi viaje empezó mucho tiempo atrás, siendo yo portero del equipo de fútbol de mi pueblo, cuando me destrozaba los codos y las rodillas en los rugosos campos de tierra.
El genio maligno, III (cuento)
III Mientras pedaleaba por el último tramo de mi camino hacia el trabajo, no podía evitar acordarme de aquella otra construcción que apareció un buen día en las proximidades del cementerio de la capital. La levantó con sus manos un hombre africano. Hasta que las autoridades la derribaron, pude distinguir sus contornos desde el coche, […]
El genio maligno, II (cuento)
Las obras aparecieron una mañana cualquiera, como hongos que hubiesen crecido con el rocío de la noche.