La casa de la sardina Pablo era de apertura fácil, o eso pensaba todo el mundo. Transportable y manejable para Pablo, que vivía en un metal que incluso tenía una tapa que hacía de puerta. Cómoda y siempre con la misma temperatura, y no creas que eso le gustaba tanto.
Había posibilidad de viajar, pero a Pablo no le gustaba, demasiados movimientos para su body, muchos vaivenes que podían hasta desmoldear su cuerpecillo. Él, ahí dentro, en su refugio tenía tiempo para pensar en su futuro. una salida rápida o lenta, dura con sufrimiento o sin ello; no lo sabía. su vida era una incertidumbre constante, eterna o no y así podía seguir pensando.