
Nuestra invitada de hoy es periodista, gestora cultural y posgraduada en Escritura Creativa por la Universidad de Sevilla. Ha publicado los libros Micromundos (Albanta, 2009), A qué sabe lo que
somos (Algarabía Ediciones, 2012), No quieras saber tanto (Ediciones en Huida, 2018), Desubicados. Microficciones Audiovisuales (Tusca Editoras 2021), Caóticos (BGR, 2023) y Disonantes (Platero CoolBooks, 2025).
Participa en numerosas antologías de microrrelatos, entre ellas Resonancias, Brevirus, Historias Mínimas, Brevestiario, Microfantabulosas, Minimundos y Equilibristas, Nuevas Voces del Microrrelato en Español.
Ha publicado en revistas como Conexión NorteSur, Microtextualidades, Relieves, Brevilla, Infolibre y Plesiosaurio, y algunos de sus microrrelatos se han traducido al alemán y al húngaro.
Asimismo, ha obtenido diversas menciones y premios, como el I Premio Internacional de Microrrelato de la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria y el Proyecto MiRed 2020. Forma parte del Colectivo Internacional de Minificción, de la Red de Escritoras de Microficción (REM) y de AMEIS (Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras).

Sara ha tenido la amabilidad de compartir con los lectores de Amanece Metrópolis algunos de los microrrelatos de su último libro, Disonantes.
La venganza
Bandadas de músicos como aves migratorias toman las calles cuando amanece. Buscan comida mientras tocan instrumentos desafinados.
Atónitos, observamos sus desfiles sin concierto y enmudecemos al verlos tan necesitados de ruido.
Deberíamos volver a cantar para ellos, dicen algunos, pero somos multitudes los que preferimos continuar en esta frecuencia de sonido que no captan desde que carecemos de árboles donde posarnos.
Disonantes
Los vecinos eran gente rara. Hablaban un idioma repleto de jotas y nunca saludaban.
Pero lo peor era que cultivaban plantas sobre las que revoloteaban centenares de insectos. Bichos que emitían un ruido estridente y constante capaz de clavarse en la cabeza de cualquiera.
Muchos creían que buscaban desquiciarnos con esos zumbidos que se fueron agravando a medida que las plantas crecían. Por eso nadie pregunta quién provocó el incendio.
Ahora solo rezamos para que los nuevos inquilinos sean gente normal.
La melodía perfecta
Todos creen que el director de orquesta se volvió loco. Dejó de comer. Lanzó botellas repletas de mensajes al mar y quemó las cartas de navegación entre sus partituras.
El día del naufragio, a nadie le sorprendió verlo con su mejor traje sobre la proa antes de abrazarse al timón con el ansia de un huérfano. Subimos a los botes sin que nos escuchara y huimos.
A lo lejos se le ve feliz rodeado de tantas olas que siguen el ritmo de su batuta.
La mujer del hombre elefante
Mis padres crían animales raros. Bichos exóticos que buscan su propio lugar en casa.
De ahí los dormitorios plagados de plumas, plantas carnívoras que brotan en la cocina y
el perenne olor indescriptible.
Madre se encariña con cada uno de ellos nada más verlos, aunque se cansa pronto de
cuidarlos, como le ocurrió con nosotros, tan normales y humanos que la aburrimos.