En este primer día del año, sale el sol en nuestra metrópolis con Homero Carvalho Oliva, nacido en Santa Ana del Yacuma, Departamento de Beni, Bolivia. Narrador y poeta, en cuento ha publicado Biografía de un otoño, Seres de palabras y Ajuste de cuentos; en microcuento, Cuento súbito, La última cena y Pequeños suicidios.
Ha obtenido varios premios de cuento a nivel nacional e internacional, entre ellos el Premio Único Latinoamericano de Cuento (México, 1981), con el relato Joñiqui; Premio Latin American Writers Institute (Nueva York, 1989) con La creación; el Primer Premio Nacional de Cuento (1995) con Historias de ángeles y arcángeles; primer y segundo premios de cuento Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche, con En septiembre los derrotaremos (1983) y La creación (1984), respectivamente; dos veces el Premio Nacional de Novela con Memoria de los espejos y La maquinaria de los secretos. Su obra literaria ha sido publicada en otros países y traducida a varios idiomas; sus cuentos figuran en más de treinta antologías nacionales e internacionales, tales como Antología del cuento boliviano contemporáneo y The Fat Man from La Paz (ambas de Bolivia), El nuevo cuento latinoamericano, con prólogo y selección de Julio Ortega (México), Profundidad de la memoria (Venezuela), Antología del microrrelato (España) y Se habla español (México).
En el año 2012 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Inventario Nocturno y es autor de la antología La poesía del siglo XX en Bolivia, publicada por la editorial Visor (España). También recibió el premio Feria Internacional del Libro 2016 de Santa Cruz, Bolivia. Ha publicado las antologías personales de microficción Geografía de las memorias (Perú), que contiene una recopilación personal de sus mejores textos extraídos de sus tres libros de microrrelatos, y La evidencia del silencio (Perú), donde encontramos quince brevedades.
El autor ha tenido la amabilidad de compartir con nuestros lectores los siguientes microrrelatos:
La creación
Todas las madrugadas Dios crea los cielos y la tierra, los seres humanos y animales que los poblarán, las semillas y las flores, los vientos y la nieve, los ríos, lagunas y océanos, incluso nuestros recuerdos y las ruinas que probarán que el mundo es antiguo.
Origami
Tomiashe Arakaki tardó una vida en descubrir todas las formas secretas que encierra el papel. Cuando, por fin, creyó que había dado forma al último de los animales de la creación, supo por un sueño que aún le faltaba un mamífero bípedo. Con la experiencia ganada en setenta años, dobló y plegó, hábilmente, la hoja y, en segundos, fueron apareciendo las extremidades, el tronco y la cabeza del hombre. Satisfecho con su obra lo dejó sobre la inmensa mesa en la que, a lo largo de siete décadas, había ido acumulando sus seres de papel y se fue a descansar. Al día siguiente, descubrió asombrado y abatido que varios de sus más hermosos animalitos habían sido cazados y destrozados.
Adjuntamos también el vídeo que la escritora venezolana María Verónica Gibbs hizo sobre este último texto:
Evolución
«Al despertar Cucaracha Brown una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un imperfecto humano». Y esto sí que fue un problema, pues como están las cosas en nuestra sociedad, al pobre Cucaracha Brown le será muy difícil acostumbrarse a su nuevo estado. ¿Cómo se las va a arreglar, por ejemplo, para explicar que él antes era una feliz cucaracha? Y que, por tan sencilla razón, no posee documento de identidad, licencia de conducir, cuenta bancaria, tarjetas de crédito o algún número clave que lo identifique como persona en la cibernética central del Estado. ¿Quién le va a creer que no tenga familia, escuela, un barrio, un trabajo honrado, novia y número de teléfono? Es fácil trasladarse de domicilio y dejar abandonadas a una o más cucarachas en la casa anterior, pero ¿qué hacer con un ser humano sin prontuario policial, sin locura aparente o amnesia declarada, sin los años necesarios para encerrarlo en un asilo de ancianos? Una cucaracha se da modos para comer desperdicios, cualquier cosa, y no dejarse pisar; sin embargo, no siempre sucede lo mismo con una cucaracha que se ha despertado perfectamente convertida en ser humano con conciencia social y orgullo ciudadano; un hombre que no sabe desempeñar oficio alguno y que prefiere morirse de hambre antes de andar mendigando un mendrugo de pan. Esto, de veras que esto sí es todo un problema.
Vocación crítica
Voy a ser poeta, dijo, y escribió versos que nadie leyó. También se le dio por escribir cuentos, tampoco le fue bien; se pasó media vida escribiendo una novela que nunca publicó; ingresó a las asociaciones de escritores en las que, pese a pagar puntualmente sus cuotas, lo ignoraron. Lo rechazaron en revistas y suplementos literarios y, sintiéndose ofendido, descubrió que en las redes sociales podía ejercer su nuevo oficio: crítico literario. En su muro fusilaría a los escritores, nadie se salvaría de sus “críticas”, catilinarias y epitafios contra sus excolegas. Los memes serían su pasión.
Vida
El niño quiere despertarse joven. El ingrato joven olvida al niño y teme convertirse en adulto. El adulto desprecia al joven y evita pensar en su vejez. El anciano se busca entre los niños que alegres juegan en el parque.