¿Libro de filosofía o libro de cine? Ambas cosas a su vez. Pablo Alzola hace un recorrido por una selección de filósofos que compagina con una serie de películas de diversos géneros y gustos cinematográficos, respetando la calidad y lo formal que de estas traza la historia del cine. Sí, el mejor cine se aleja de lo verbal, es inefable; los filósofos se nos acercan con la palabra. Un ensayo cronológico en lo que respecta a la historia de los filósofos que rompe su linealidad cuando de comentar películas se trata. Reflexiones personales en las que se mezclan ideas ontológicas con imágenes de las películas —seleccionadas con precisión de apicultor—, y donde confluyen las ideas y el mundo de los sueños. Una apuesta por mezclar y envolver ideas con imágenes que las representan. El autor evoca sutilmente la reverberación de la filosofía en el cine, mostrando como dicho cine se apropia de ideas dándoles salida a través de la representación con imágenes y sonidos. Una relación continuada nos muestra Pablo Alzola entre la filosofía y el cine que le persigue a lo largo de su vida personal y profesional. Uno de esos amores que se tienen al acecho de la novedad y siempre volviendo a los clásicos. Un libro profundamente respetuoso con lo diferente y reivindicativo en lo que siente como propio.
El recorrido por Pitágoras, Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita, Tomás de Aquino, Hume, Burke, Baumgarten, Kant, Hegel, Nietzche, Heidegger, Benjamin, Warburg y Panofsky se acompaña de títulos de películas que poseen el reconocimiento de los analistas y críticos de cine.
La trayectoria académica del autor muestra un gran interés por el cine y la filosofía, lo que facilitó encontrar cómo relacionar su propuesta ensayística. La coincidencia de ser profesor de universidad e impartir una asignatura como la Estética, donde utiliza el cine como recurso didáctico para ilustrar ideas, ayuda a la investigación y construcción de este libro. El cine tiene una conexión de orden natural con la vida y la filosofía reflexiona sobre la misma. Es por ello por lo que el lector apasionado va a poder entender la relación entre la película de Wong Kar-wai “Deseando amar” y las palabras de Kant: “La del gusto en lo bello es la única satisfacción desinteresada y libre, pues no hay interés alguno, ni el de los sentidos, ni el de la razón, que arranque el aplauso”, mencionadas en su “Crítica del juicio”. Pablo Alzola utiliza a Platón, teniendo como vehículo la película de Theo Angelopoulos “La eternidad y un día”; remite a los lectores a sus palabras en “Fedro”: “Esto es, por cierto, la reminiscencia de lo que vio, en otro tiempo, nuestra alma, cuando iba de camino con la divinidad mirando desde lo alto a lo que ahora decimos que es”. Tarkovski y su película “Stalker” van a su encuentro con Dioniso Areopagita de quien Toscano y Ancochea dicen: “un deseo profundo de ascensión de la tierra al cielo, de lo material a lo espiritual, de abajo a arriba”. Con Win Wenders y su película “Paris, Texas” (1984) recordamos a Aristóteles, quien en su “Poética” alude a “los que imitan, imitan a hombres que actúan”. Y así podríamos continuar aludiendo y mencionando las relaciones establecidas por el autor entre la filosofía y el cine. Desde estas palabras desear despertar el entusiasmo de los cinéfilos por leer un libro apasionante, “La aventura de la belleza”, escrito con rigor e inteligentemente intuido. Mis mejores deseos para el mismo.