
El 10 de marzo de 2024, mi cuerpo dejó de funcionar. No podía hablar, no podía moverme. Mi cuerpo dijo basta y simplemente se apagó.
“Burnout” literalmente significa “quemarse hasta apagarse”. Eso fue lo que sentí.
Fue difícil aceptarlo, reconocer que tenía ese llamado “síndrome de agotamiento laboral”. La negación duró meses, hasta entender que ni mi cuerpo ni mi mente podían más y que por eso dejo de funcionar, por ende, no regresaría al trabajo el lunes siguiente.
Ese día
mi cuerpo se quebró
Así
sin aviso
Simplemente dejó de funcionar
Silencios se instalaron
Las lágrimas no salían
Las palabras se quedaron atoradas
Un hueco en el pecho
Y el miedo
otra vez el puto miedo
me miró de frente
Ese día entendí
que el vacío merodeaba nuevamente
Cuando comencé a soltar la culpa y recuperar fuerza, investigué y descubrí que mi caso no era aislado: el agotamiento profesional en Europa es una de las causas principales de ausentismo laboral.
En Bélgica, para finales de 2022, hubo más de 125.700 personas fuera del trabajo por al menos un año debido a burnout o depresión, un incremento del 43 % en cinco años, el 69 % mujeres.
Estos datos evidencian un colapso colectivo: hay más personas quemadas por el sistema que desempleadas. Aún así, suele responsabilizarse a las personas antes que al sistema.
Ese día
me rompí
Y cuando el silencio se instaló
la culpa empezó a gritar
Primero con mi propia voz
Eres un fracaso
Deja de negarlo
Después, las voces de fuera
¡Tanto le costó encontrar ese trabajo! ¡Cómo lo va a dejar!
El burnout está de moda
¡Deja el show!
Y esa presión
esa vergüenza
ese peso
te aplasta un poco más
cada vez que intentas levantarte
Durante cuatro años trabajé como animadora en educación popular feminista en Bélgica. Al principio sentí gratitud plena: ser boliviana en una asociación feminista era un logro enorme. Pero con el tiempo descubrí que el “trabajo ideal” no existe. Mi trabajo consistía en acompañar la construcción de proyectos que nacen de las mujeres. Es decir, un espacio evidentemente de escucha. Sin embargo, sentí una impotencia terrible cuando me di cuenta que gracias a estos espacios de escucha, evidentemente había mujeres que venían con problemas graves, urgentes y que necesitaban soluciones inmediatas y concretas. Lo que lamentablemente mi estructura no podía dar.
Para suplir esa carencia, acabé gestionando ocho proyectos en lugar de tres. Decir “no” no era una opción. Mi impotencia por no poder ayudarlas me convirtió en una máquina que quemó todos mis límites.
Durante varios meses continué a reconstruirme y seguí leyendo sobre los burnouts “militantes”.
El desgaste profesional no es individual, es estructural.
El burnout no es una cuestión personal, es una crisis pública, económica y social.
¿Por qué afecta especialmente a mujeres?
Porque seguimos cargando con el peso del trabajo de cuidados, tanto remunerado como no remunerado. Ocupamos la mayoría de los puestos en salud, educación y asistencia social, donde estamos más expuestas al sufrimiento ajeno, con pocos recursos y herramientas para afrontarlo y sin estructuras que nos sostengan verdaderamente.
Además, muchas viven una doble o triple jornada: trabajan fuera de casa y, al volver, siguen cuidando hijes, familiares, comunidad. Todo eso sin descanso, sin paga y con muy poco reconocimiento. Todo esto crea un contexto perfecto para que nos quememos.
A veces me pregunto,
¿seré yo la enferma?
¿O será este mundo el que está podrido?
Puede ser que el problema no sea yo
Ni tu tampoco
En todo caso lo pienso
los días que no me odio
Sigo en pausa. Escuchando mi cuerpo, buscando sanar con sentido. Quiero volver a trabajar, sí, pero sana y fuerte. Me queda claro que seguiré construyendo proyectos de la mano de otras mujeres y minorías. Sin embargo, es una prioridad para mi, encontrar estructuras que promuevan seguridad psicológica, respeto al descanso, carga emocional equilibrada y escucha activa de las trabajadoras.
Cuidar de mí, proteger mi salud mental, también es un acto político
Hoy
no me queda otra que parar
Pausa
Reconstrucción
Resistencia
Juntar los pedazos
Remendar lo que se pueda
Decir en voz alta
Que la salud mental rota
no es un invento
No es excusa
No está solo en mi cabeza
Es real
Todavía siento el vértigo atravesarme
¿Hasta cuándo?
No lo sé
Pero algo es seguro
no me voy a ahogar en este vacío
Yo
Yo voy salir
Voy a respirar
Aprender a respirar diferente
Respirar
realmente
Y en esta danza que es la vida,
como dijo Nietzsche,
yo elijo creer
que el vacío es el ritmo
que nos invita a movernos.