El nieto miraba al abuelo, y el abuelo al nieto. Los silencios eran largos y profundos pero llenos de paz.
—Abuelo hoy he visto fotos tuyas de cuando tenías mi edad ¿quieres que las volvamos a ver?
—¿Qué edad?
—Ahora tengo 10 años ¿te acuerdas de aquella época?
—¿Y cuánto tengo en estos momentos?
Jaime no sabía que responder a su abuelo, pero quería que ambos buscasen en su memoria, para ayudar a recordar su historia. Él quería conocerlo más.
—Ahora tienes 80 años abuelo.
—¡Uff esos parecen mucho!
—No, no. Solo son experiencia. ¿Vemos las fotos?
—Vamos a ello, vamos a ver quién está en esos retratos que me dices que has visto.
Jaime sacó una carpeta que estaba numerada por años. Sus padres habían ordenado así el álbum, como ejercicio mental para los abuelos. Con la abuela ya lo habían utilizado.
El niño comenzó por 1952, ahí su abuelo tenía justo 10 años.
—Mira abuelo ¿quién este chico?
—¡Anda si eres tú!
Jaime sonrió, y pasó otra página.
—¿Y esta mujer?
—Creo que no la reconozco.
Así se pasaron toda la tarde, y en pocas acertó Martín. Él solo veía a su nieto, bien es verdad que se parecían pero no en aquella edad.
—Recuerdo que cuando tenía 6 años en nuestra casa se pasaba hambre, mucha hambre. Mi madre con dos patatas era capaz de hacernos una comida para los cinco que éramos en casa.
Jaime miró a su abuelo con asombro. Nunca lo había oído a hablar así, y no había reconocido a nadie en las fotos —Siguió hablando.
—María, Carmen y yo, siempre jugábamos con las mondas y nuestra madre nos regañaba. Yo era el pequeño y ellas eran quienes cuidaban de mi cuando mis padres tenían que ir al campo.
—¿Quiénes son María y Carmen?
—Pero hijo como no vas a saber quienes son. Son tus tías, si cuando eras pequeño jugabas mucho con ellas.
—¿Cuándo era pequeño?