El inspector Jobson Meirelles de Abreu ejerce su función de inspector de tráfico en una pequeña ciudad de Brasil llamada Vila Velha, en el estado de Espíritu Santo al norte de Río de Janeiro y es un ejemplo de civismo y educación. Este funcionario cumple con su cometido de una manera absolutamente diferente a la que estamos acostumbrados en todas partes del mundo. En vez de utilizar la autoridad que le brinda el cargo para multar o prohibir, ha optado por enseñar, por apercibir con una sonrisa, por pedir amablemente que se hagan las cosas como corresponde, por explicar que si se circula sin cinturón de seguridad o hablando por el móvil, se pone en peligro uno mismo y/o al resto de los pasajeros y transeúntes, por pedirle a los peatones que respeten las cebras a la hora de cruzar y por aplaudir a los conductores que ceden el paso espontáneamente sin haberse percatado de su presencia, por solicitarle a una ciclista que para cruzar la misma cebra lo haga caminando y no en la bicicleta o por sugerirle a una chica que circula en moto que se baje la visera para evitar que un insecto por ejemplo, se le meta dentro del casco. Todo esto lo hace con una sonrisa, saludando con respeto y amabilidad tanto a peatones como a conductores. También lleva los horarios de los autobuses impresos en un papel y los reparte entre la gente que aguarda en la parada o le pide a un conductor que espere a una señora que viene corriendo a subirse en el bus. Y cuando le preguntan por qué lo hace, responde con humildad, entre otras cosas, que la gentileza genera gentileza y que tratando con respeto a la gente, también se evitan accidentes.
Podríamos recordar aquello de que se recoge lo que se siembra y no estaríamos muy lejos de la verdad. Pero la pregunta es: ¿lo hacemos nosotros? ¿Nos molestamos en ser amables con el prójimo, por la satisfacción que da recibir una sonrisa o un “gracias”? ¿Somos conscientes de que se usa menos cantidad de saliva para decir permiso, que para quejarse de que no te dan paso? ¿Nos percatamos de que si estamos en un atasco, por ejemplo, lo único que conseguimos al pitar es poner nervioso al resto y estresarnos más nosotros? Cuándo nos quejamos de la falta de educación o de que se han perdido las buenas costumbres, ¿nos paramos a pensar en qué medida somos responsables de ello?
Usted que cree… ¿esto TAMBIÉN es cultura?