No he contado los segundos que he tardado en decidirme por el libro con que podría empezar esta sección que inauguro. Seguro que no ha llegado a los 1984 segundos. Qué mejor elección que comenzar con mi favorito. Muchas veces se nos pregunta cuál es nuestra novela o película preferida y nos ponen en un aprieto porque solemos decir que hay varias y luego quizás nos vuelven a preguntar cual es entre esas varias la que más. Entonces yo salto –puede que levantando el dedo índice- y digo a grito pelado: 1984 de George Orwell. Y ¿por qué digo eso, querid@s lectoras o lectores? Pues entre otras muchas razones que en este artículo no me va a dar tiempo a enumerar, por tres fundamentalmente que están incluidas en tres cifras de una manera similar al año título del libro.
a) El 1, de la primera cifra de 1984, porque no solo, y tal como he dicho es mi libro-cabecera sino porque para muchos críticos y público es la primera gran novela del siglo veinte porque enseña muchas virtudes: Un lenguaje perfilado y pulcro. Unos diálogos entre el antihéroe Winston Smith y Julia cargados de pasión y secretismo de enamorados. Una historia original y desgraciadamente visionaria. Digo desgraciadamente porque Orwell perfectamente se podía haber equivocado al predecir que nuestra sociedad adoraría a la cámara vigilante de todos nuestros pasos exteriores y casi interiores. Pero no lo hizo sino que dio de lleno en el blanco. Una extensión que de lo ajustada que es me atrevo a afirmar que es perfecta. El rey José II de Austria le reprochó a Mozart al haber escuchado por primera vez El rapto del Serrallo, le sobraban notas a la ópera. Si hubiera leído 1984 a lo mejor le hubiera dicho que le sobraba palabras pero nada más lejos de la realidad. Es un libro compacto en todo: en su historia de amor, en su drama político y en el dolor humano que magistralmente expresa.
b) 98: Porque fue en este año cuando por segunda o tercera vez –no recuerdo- fui a Inglaterra y caminando diariamente por sus calles me paré en una tienda de libros de segunda mano y me compré una edición de bolsillo de ella. Me imaginé a Orwell viviendo allí y paseando o quizás fumando por esos mismos sitios. Comprendí mejor que desde una perspectiva afortunadamente imparcial, la realidad se ve de una manera diferente. Los ingleses tienen muchas virtudes y una de ellas es su exquisita crítica sea social, política o económica y en esta novela hay mucha pero que mucha crítica: a un estado obsesivo y agobiante que pretende hacer de sus ciudadanos unos ratones atrapados sin escapatoria. A una sociedad que valora más el sexo que los sentimientos tal y como lo sufren los enamorados de la historia, Winston y Julia. Y por último a un estado que solo aprecia la eficiencia en términos de productividad y crecimiento económico a costa del subdesarrollo emocional y humano.
c) 4, de la última cifra del año-título de la obra maestra de Orwell, porque ha sido este número las veces que me las he leído y espero que sean más. Cuando besamos y volvemos a besar a la persona que amamos, nos sentimos felices. De igual manera – o casi- me siento yo cuando vuelvo a leerla, porque sé que me voy a encontrar con una nueva visión y aportación cada vez distinta. Eso la convierte en una obra maestra que perdurará en el tiempo.
Sí. Al leer 1984, parece que leemos el pasado porque es un año, puede que ya obsoleto pero es mentira. Créanme. Es completamente actual porque vivimos rodeados de cámaras que nos vigilan porque tenemos que estar controlados y porque mostrar los sentimientos no está bien visto. No sé si estará bien visto que yo diga que es mi libro favorito por todo lo que he mencionado y no sé si estará bien considerada que cuente que es un libro al que amo. Ya de por vida. Pero es lo que hay.