«Mira, todo el mundo sabe que hay algo malo en ellos. No saben lo que es. Todos quieren la confesión y todos quieren un poco de narrativa catárquica, los culpables especialmente. Pero todo el mundo es culpable» Rust Cohle.
Dicen que McConaughey y Harrelson firmaron sus contratos de inmediato. Leyeron los guiones de los dos primeros capítulos y se quedaron prendados de ambos personajes. A día de hoy los detectives Rust Cohle y Marty Hart forman parte de la historia de la televisión, así como los actores que les dan vida.
True Detective, serie estrenada a principios de año, se adhiere a la piel del espectador. Bebe del tinto de Los corderos, del bourbon de Seven y de la cebada de Zodiac. ¡Un cóctel explosivo! No es para cualquier paladar, es densa y su tono resulta caótico. Pero por otra parte es una de las mejores ficciones policiacas paridas en mucho tiempo, y como espectadores de tal evento hemos de dar las gracias, pues galopamos a caballo entre el clasicismo y las tendencias neo-noir dadas en los thrillers modernos.
Versa sobre una investigación que se alarga a lo largo de varios años en Louisiana, obteniendo información precisa del pasado para entender el presente mostrado. Centrada en el carácter de ambos detectives a los que el título da nombre, en sus diferencias irreconciliables y en su carácter emocional. La figura del asesino en serie, el apodado «Rey Amarillo», queda relegado a un segundo plano.
Nic Pizzolatto como guionista/creador y Cary Fukunaga como director de orquesta absorben el material con mimo y excelso talento. A lo largo de sus 8 capítulos desarrollan una trama de principio a fin llena de latente complejidad, un agradable tópico en HBO.
Sin concesiones, concebida cada temporada con un cierre pactado. Proporcionando que sus intérpretes varien consecutivamente, año tras año. De ahí el poder hacer uso continuo de actores con cierto caché. Dotando al show, si cabe, de un mayor prestigio.
Mas es justo señalar la encomiable labor desarrollada y documentada en su temática: entorno a abusos sexuales con la Iglesia Evangélica como telón de fondo. Inspirado, desgraciadamente, en un suceso real.
¿De dónde proviene, entonces, el rotundo éxito de la hipnótica True Detective? ¿Acaso los planetas se han alienado por arte de magia? Expertos se aventuran en declarar que tal vez sea por la gran multitud de temas morales que pretende abarcar con gran acierto, su ambiente tétrico y las cuantiosas influencias literarias de grandes maestros en prosa. Dilemas acompañados por excelentes temas musicales que forman parte de secuencias que perduran en la memoria.
El equipo técnico y artístico nos conduce a través de un sendero irascible que concluye con una experiencia cinematográfica de alto nivel. Éstos se apoyan en una fotografía con gusto por el detalle, unas alabadas interpretaciones, un hábil uso de las panorámicas y el recurso ilimitado de flashbacks informativos. Es más, a través del aclamado y anecdótico plano secuencia sin cortes la serie pasó a estar en boca de todos.
Sin paliativos, uno de los mejores estrenos en televisión, para quienes ya han podido disfrutarla. A la altura de las grandes obras producidas por HBO. Durante su pasada emisión los índices de audiencia acompañaron a la propuesta, dando por sentado una ansiada renovación que no tardará en anunciarse.
Muy recomendable, o en compendio, cómo mostrar los actos más crueles perpetrados por el ser humano con una inusitada belleza audiovisual.
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[…] al comienzo, muchas cosas, y finalmente toma otros derroteros completamente distintos. No es True Detective, por mucho que existan las similitudes, ni Twin Peaks, ni mucho menos un simple […]