Como el más valiente de los adolescentes en su baile de graduación, que se atrevió a sacar a la más bonita de las aspirantes a Reina de la Noche. Así debió sentirse Rogelio Salmona cuando, a finales de los sesenta, se atrevió a dar forma al que se considera actualmente como uno de los proyectos más importantes del siglo XX de toda Latinoamérica.
No importó que fuera amigo del capitán del equipo de fútbol americano, en este caso el maestro Le Corbusier, con quien trabajó durante diez años en su estudio antes de embarcarse en aventuras propias. No importó. Bailar con la más guapa siempre ha sido difícil hasta para aquellos que disponen de cierta reputación.
Fundación Rogelio Salmona
Hace unas semanas tuve el placer de participar como arquitecto invitado en un Taller Internacional llevado a cabo en la Universidad de Alicante en colaboración con el Colegio de Arquitectos de Alicante. Allí participamos con estudiantes de arquitectura de la Universidad de Bogotá sobre un título muy inspirador, «Esencia Mediterránea». Este proyecto que hoy traigo aquí, fue la contestación que uno de los profesores bogotanos hizo a la pregunta… «¿Qué obra destacarías de la arquitectura en Bogotá?» Evidentemente estamos hablando de un dato tan subjetivo como subjetivo es imaginarse al gran Le Corubsier como capitán de un equipo de fútbol americano… pero quienes conocen algún texto que otro mío, sabe que los datos a los que me agarro son tan subjetivos como inevitablemente vinculantes.
Estas son las Torres del Parque, un proyecto atrevido, incomprendido al principio y estrechamente atado al lugar en el que se erigió. Las Torres del Parque no están pensadas únicamente para quienes residen en ellas, sino para todos los bogotanos. Los espacios exteriores públicos y privados se entremezclan en una lección de convivencia urbana participando de un concepto hoy tan asumido como es el de «crear ciudad».
Quizás lo que más sorprende, enamora y convence de este proyecto es que, a día de hoy, no solo se considera uno de los proyectos más importantes de la arquitectura colombiana, sino que sigue siendo intensamente apreciado por sus vecinos por la manera en que colabora para vivir la ciudad.
A ahora bien… ¿no os parece que estos edificios bailan sobre la alfombra vegetal junto a esa Plaza de Toros tan poderosamente asentada? ¿Sería un baile del tipo «cortejo» el que Rogelio pensó para sus Torres en esa tarea de conquistar a la vieja Plaza de Toros? Bailar con los edificios… bailar con la ciudad… bailar con los vecinos… Ardua tarea moderna en aquellos años sesenta.
+ info: Torres del Parque
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