Creo que nadie podremos olvidar jamás aquellos viajes que, con suerte, realizábamos cuando éramos más escasos de edad a bordo de un vehículo familiar y algo limitado técnicamente, durante horas y horas por las carreteras españolas. Yo, especialmente, soy capaz de viajar en el tiempo y reproducir aquella película que, sentado en el asiento trasero izquierdo, veía a través de la ventana trasera izquierda.
Pasaban ante mis ojos infinitas torres de electricidad como éstas, igual de metálicas, igual de funcionales, algunas tanto o más alta que éstas, pero nunca, nunca fueron así de humanas.
Esto que comparto hoy, es solo una prueba de como la frescura y la creatividad al servicio de lo cotidiano, pueden hacer de lo más rudo, algo atractivo y amable. Esta pieza se llamó Leuchtturm, y fue realizada por unos estudiantes de Klasse Löbbert, en Alemania y la convirtieron en un refugio temporal para transeuntes despistados o fans del colorismo, con el sencillo gesto de ubicar triángulos de metacrilato a lo largo de la estructura metálica integrándolos en ella.
¿Y qué me decís de este enorme robot metálico luminiscente? El colectivo artístico DOMA lo bautizó como Colosso, y fue creado para el evento Tecnopolis que tuvo lugar en Buenos Aires en 2013. Lo cierto es que yo nunca he sido muy de robots, pero lo de que se le ilumine el corazón… me ha conquistado.
Os dejo más historias como las de abajo, por aquí. Espero que lo disfrutéis desde Flores en el ático.
Un descubrimiento, para mí, muy interesante y digno de mención. Más color ayudaría a este país
Me alegro de que sea de tu interés Pedro. Yo soy fan del color como herramienta para hacer ciudad. Un saludo!