Siento que está ahí el lenguaje, esperando como un exceso a punto de concretarse…
Isabel Moreno continúa con la estela de Pasos (2013), con su nueva colección de ficción breve. Ley Matinal (2016) es, ante todo, una vigilia cuya imagen queda desprovista de excesivos artificios retóricos. El «Yo» de cada relato vive de día y de noche, se exige a sí mismo ese vivir, simplemente para existir un poco más.
El libro de la escritora madrileña comienza con un movimiento de partida y finaliza con un relato que oscila entre la realidad y el onirismo que ha prolongado tal viaje hacia el interior. Es decir, que Moreno ha sustituido el habitual espacio-refugio de la literatura por una suerte de espacio-laberinto donde, en sus propias palabras, «el tiempo pasa deshilachado, sin rumbo»[1]MORENO, Isabel. 2016. Ley Matinal. Madrid: Plaza y Valdés, p. 31.
Desde ese espacio, retenida pues cada imagen, se nos conduce por la sutileza del lenguaje hacia un misterioso —en ocasiones— traslado metafórico: «Velaré durante la jornada con el júbilo de reencontrarme en cada habitación»[2]Ibíd., p. 58; así constituida la eternidad en un presente perpetuo, lo que Boecio definiría como «posesión total y simultánea de una vida que no conoce término»[3]Vid. a este respecto, el comentario de LACOSTE, Jean-Yves. 2010. Experiencia y Absoluto. Salamanca: Sígueme, p. 171
Aquello que se adensa durante la obra, por tanto, en su multiplicidad de momentos intensos y ricos en temporalidad y visión casi fenomenológica. Ese «modo de vigilia que otorga un contorno a los confines de la mirada»[4]Moreno, Op. Cit., p. 12, nos acerca al mundo pleno que se describe y al que se nos inscribe, como espectadores. El lector está en el espacio de lo que acontece, allí donde la Palabra del «Yo» que narra y la del «Nosotros», que asistimos, se orienta en las profundidades de tales espacio y tiempo.
La estructura del libro, ese hilo tejido, lo que los orteguianos llaman «el modo en que se da la conexión universal de las cosas»[5]RODRÍGUEZ HUÉSCAR, Antonio. 1966. Perspectiva y Verdad. Madrid: Revista de Occidente, p. 183, nos acoge e ilumina, mientras nos hace partícipes de la potencialidad enriquecedora de los espacios (ya «Pasos» se servía de ellos de forma notoria) e incluso de los objetos situados en él, cuando se interrelacionan. «El susurro de las cosas»[6]Moreno, Op. Cit., p. 12 o cómo nada pasa desapercibido.
Se nos ex-pone, abiertos al mundo, porque somos inherentes a él. Esas son las leyes de la mañana, también las del ocaso. Este libro está hecho de paseos y conversaciones donde no importa la matemática, donde la línea recta no es necesariamente el camino más corto entre dos puntos: adaptarse al camino es ley de la marcha, adaptarse al texto en cuanto que es, es ley de lectura, y habitar, por tanto, el microcosmos de esta geografía precisa es ley matinal.
Donde el día se abre, más allá del Verbo, se construye y conforma el mundo. Basta con mirar para ver. En palabras del filósofo Martin Heidegger: «ver de conjunto con una mirada, oírlo así todo en bloque»[7]HEIDEGGER, Martin. 1957. Der Satz vom Grund. Pfullingen: Neske, p. 118. Y es que el auténtico entorno humano conlleva una trama de acontecimientos relacionales que debemos también contribuir a realizar. Basta con reconocerlos y dejarnos instruir por ellos.
Aplicar la Ley Matinal es constatar que «hay instantes de contemplación que contribuyen a que después sintamos ese deleite del encantamiento»[8]Moreno, Op. Cit., p. 88. Se nos pone en las manos un libro donde su expresión del hacer(se) en un Todo, afirma la espacialidad delicada.
«Ley Matinal» es experiencia, es vigilia. Es filosofía del morar como acto último, camino para lo que Isabel Moreno nos integra, con su prosa, en el mundo: pensar, en última instancia, la conciencia toda del Ser.
Título: Ley Matinal |
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Referencias
↑1 | MORENO, Isabel. 2016. Ley Matinal. Madrid: Plaza y Valdés, p. 31 |
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↑2 | Ibíd., p. 58 |
↑3 | Vid. a este respecto, el comentario de LACOSTE, Jean-Yves. 2010. Experiencia y Absoluto. Salamanca: Sígueme, p. 171 |
↑4, ↑6 | Moreno, Op. Cit., p. 12 |
↑5 | RODRÍGUEZ HUÉSCAR, Antonio. 1966. Perspectiva y Verdad. Madrid: Revista de Occidente, p. 183 |
↑7 | HEIDEGGER, Martin. 1957. Der Satz vom Grund. Pfullingen: Neske, p. 118 |
↑8 | Moreno, Op. Cit., p. 88 |
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