La justa medida
I. No me gusta. Pintadas como puertas, desde tan jóvenes, ¡con lo que envejece eso la piel! ¡Qué vulgar! ¡Qué rápida eres! ¡Qué pronto terminas de arreglarte y pintarte! Ni una sombra de ojos, ni un pintalabios. No me hubiera importado tener un hijo mariquita, porque se quedan cuidando a las madres. Las mujeres bajitas […]