Pienso, creo, escribo: Bobin no ha muerto
Los vivos nunca mueren. Sólo la muerte muere. Dos oraciones que, juntas, nos colocan frente a alguien que sueña con terminar, de una vez por todas, con la desazón, devolvernos todas las mañanas del mundo, idear el gran poema de Dios. A quien habita, con su literatura de horizontes olvidados, una isla que toca lo […]
Lo que somos: acerca de un libro de Beatriz Miralles
Una obra de recalificación de lo cotidiano, eficaz ante los lectores, que constituye una forma de ilustrar la experiencia estética dentro de la construcción social de la realidad, macerando sus textos para movilizar, dentro de su experiencia ordinaria, nociones del mundo del texto, por utilizar la expresión de Ricoeur. Se trata, en efecto, de una inversión de la situación –no práctica, sino simbólica- toda vez que es inmenso el papel que la experiencia estética parece desempeñar en la constitución de la realidad social. Mientras haya discurso, hay esperanza. Y cuando la palabra desaparece, la lengua no tiene nada que ver. El recomienzo que esboza cada nuevo uso discursivo está cautivado por sus virtualidades de desarrollo, y pretende espontáneamente llevar la totalidad de la palabra a su estilo y a su mundo. Pero nada puede evitar que se exponga de nuevo. El mundo sigue pasando. Si mantener la palabra es la exigencia irrenunciable, se trata entonces de buscar no la verdad del lenguaje, que sería una tarea ardua e inútil, sino de que ese lenguaje esté sólo donde tiene que estar. Estar allí, en los días, siquiera para decirlo, que el lenguaje literario alcance lo sublime al despojarse de todas sus envolturas artificiales, de todos sus revestimientos lingüísticos convencionales, también cuando rompe los biombos sociales, políticos e ideológicos para abrazar el movimiento de la Φύσις.
A solas: pequeños pensamientos de siete suelas
El libro de Le Breton es un maravilloso ejemplo de lectura, que casi establece un canon por sí mismo, a fuerza de reconstruir todos los aspectos de una fenomenología, sin prescindir, eso sí, de un pathos entusiasta, toda vez que no se trata de una teoría sino de una apología. Pero la lectura, en la que el antropólogo francés incluye a Cela y a Llamazares, junto a los más grandes, se recorre gustosa. En nada merma su comentario al colorido sorprendente de un macizo de rosas de agavanzo o escaramujos, que tropezamos aquí y allí sobre el verde vegetal que refresca nuestra ruta. De hecho, Elogio del caminar obedece a un propósito general de Le Breton, que podemos hallar bajo diferentes aspectos en sus escritos más reconocibles. Habla aquí «del goce tranquilo de pensar y de caminar», y aclara que «en este libro la sensorialidad y el disfrute del mundo están en el centro de la escritura y de la reflexión».
Ver aparecer el mundo: sobre un libro de Christian Bobin
La escritura es una forma de responder a la vida. De tal modo, reconocer en ella un don incesante no significa negar su irremediable dualidad: el fondo de la vida es aterrador y hermoso. Las dos cosas al mismo tiempo, las dos cosas simultáneamente. Algo así existe en Soberanía del vacío (1985), de Christian Bobin[1]La […]