Retratos literarios: «La jauría humana», Horton Foote
Cada capítulo, óleo costumbrista antes que cualquier otra cosa, denota cómo estos momentos diversos, que sin embargo pertenecen a una misma secuencia temporal, contrastan lo violento y lo sereno, lo trágico y lo apacible. Al final, la tempestad estalla. Reeves no es precisamente un Hamlet que regresa tras la muerte de su padre, pero sí una suerte de personaje shakesperiano, como ese príncipe que se da de bruces con una amarga visión. Toda la obra lo es. Será pues preciso resolver el enigma que se cierne sobre Harrison.