El otro día volví a escuchar algo que me rechinó y pensé: «ha llegado el camión fuera de temporada en todos los sentidos«. Porque no estamos en verano, estamos en invierno, pero está claro que parece que el frío congela las cosas y hasta las mentes, como si detuviera el paso del tiempo por momentos, como si no fuera posible la evolución… Como si la mente fuera algo sin vida, inanimada, zombi, incapaz de darse cuenta, de entender que el mundo debe funcionar de otra manera.
Cada verano toca escuchar pasar la furgoneta con el audio que se repite una y otra vez: «Señora ha llegado a su localidad el camión del tapicero», sube y baja la calle, y sube y baja la calle, invitando a las señoras a salir y hablar sobre la renovación de sus sofás, tresillos, butacas… y me ocurren varias cosas: por un lado, me retrotrae a mi infancia y hasta me da de repente cierta nostalgia, esa voz que suena por las calles es la misma diría yo, es como un audio congelado en el tiempo que tiene esa parte de conexión con el pasado, con una parte de tu vida. Me vienen recuerdos de mis veranos, de lo a gusto que estábamos de vacaciones en la playa; pero como a mí el calor me descongela la mente me digo: «despierta que han pasado más de 40 años que se dice pronto y a estas alturas debemos saber que los sofás son cosas de toda la familia».
Y me pregunto «¿quién es ese hombre que grita señora? ¿quién es ese hombre?». Y me sale la canción de «Pasión de Gavilanes». Creo que mi imaginario le ha puesto cara muchas veces, pero en realidad ese hombre pueden ser muchos hombres, pueden hasta ser mujeres, cualquier persona que se ha quedado congelada en el tiempo. Siguen viendo normal que para lo relacionado con el hogar se nos siga llamando a las mujeres megáfono en mano, que en este caso es real, y en otras muchas cuestiones es realmente una metáfora porque parémonos a pensar: «¿Qué nombre es el que más se grita en una casa para todo?
Me imagino la música que se puede escuchar en el coche del señoro tapicero, en tantos coches, tantas furgonetas, de personas encantadas de seguir en esos pensamientos arcaicos, machistas, retrógrados, vomitivos, que nos tienen hasta las setas … y como no pensar en cantantes como Bertín y José Manuel, precursores y referentes del revolucionario movimiento del «cuñadismo», y de ese falso respeto a las señoras:
- Cantando a la mujer madura: “A las señoras de las cuatro décadas, permítame descubrir que hay detrás de esos hilos de plata y esa grasa abdominal, que los aeróbicos no saben quitar….como sueño con usted señora imagínese…. Que es lo que tengo que hacer señora para ver si se enamora, de este 10 años menor”
- “Déjate querer»: Si llego tarde a casa de andar luchando por esos mundos de Dios, llego necesitado de tus caricias y tus palabras de amor. No me niegues un beso, sólo por eso mala mujer. Déjate querer, mujer, déjate querer. Déjate querer, mujer cruel”
Y me viene la letra de la canción de Rigoberta Bandini que se llama Julio Iglesias, y digo: «Señores, señoras, señoros: Soy una truhana, soy una señora» . Si es que estoy muy musical últimamente que queréis que os diga.