Desde su habitación hasta la sala, veintiocho pasos y medio.
Desde que su padre se encierra en el cuarto de baño hasta que suena el ruido de la cisterna, trescientos cinco segundos.
Desde que hace cuatro días llegó la recién nacida a casa, muchos besos menos.
Desde que empieza a oler a tostadas y café hasta que le ponen dos gomas que le tiran de los pelos, diecisiete cabezazos contra la pared.
Desde que se encarama a los barrotes y deja caer al bebé por el balcón, tres pisos y un rebote en el asfalto.
Qué gran micro, Susana, contando cosita a cosita, hasta que la gota colma el vaso.