Joel (Jim Carrey) decide esa mañana, en un acto impulsivo que se escapa totalmente de su comportamiento usual, no ir a trabajar. No está de humor. En su lugar toma un tren a Mountauk. Un lugar familiar en lo más profundo de sus recuerdos.
Así empieza Eternal sunshine of the spotless mind, Olvídate de mí en español, dirigido por Michel Gondry. Con un comienzo, que en realidad no es exactamente tal, porque de algún modo, no acontece por primera vez.
El filme nos relata la historia casi marcha atrás de Joel y Clementine (Kate Winslet). A saltos, como sucede con la memoria. A punto de borrarse y tratando de permanecer, de no esfumarse para siempre. De salvarse aún cuando todo se ha acabado. Y es que reconstruir una historia de amor, no es sencillo.
Joel descubre que su ex novia Clementine ha borrado todos los recuerdos que compartieron juntos. Literalmente. Ha retirado de su mente lo que en él rumia día tras día. Precisamente aquello que a él lo ha dejado en un estado extraño, en el que se está vivo, pero no mucho. Así que, al conocer la noticia, decide someterse al mismo proceso. De esta forma se marcha lo que le atormenta: las discusiones, los malos entendidos, la decepción, el no encontrarse. Pero también se marcha algo que le atormenta todavía más: la intimidad perdida, el hogar, el amor. El presente infinito hecho pasado. ¿Cómo borrar ese privilegio que es la intimidad compartida, el ser con alguien en este mundo? A pesar del dolor de su hueco. Es un precio demasiado grande que Joel no puede pagar.
El relato audiovisual se nos presenta sin un orden cronológico, conectado más por las propias emociones, algo similar a lo que sucede con los recuerdos. Esta falta de orden nos desubica a veces y resulta caótica, pero al mismo tiempo es un reflejo del proceso que se atraviesa en una ruptura, el cual carece de linealidad. El no orden genera un mayor impacto en el espectador, que se encuentra ante la reconstrucción de una historia de amor, con sus contradicciones, sus vacíos y sus momentos de total sentido.
Destacan especialmente las actuaciones de los actores protagonistas, que se desvían del tipo de roles que suelen interpretar – a Jim Carrey se le conoce, sobre todo, por ser un actor de comedia- y lo hacen de forma magistral.