Para comenzar con estas recetas enlatadas, salpicadas de ingredientes artísticos, había pensado en algo que nos “tocase a todos” o lo que es lo mismo, la relevancia al ego.
En tiempos de crisis (económica, cultural, de valores y política) existe la opción de darle la vuelta a la tortilla y sacar “rentabilidad”, en este caso artística, a algo que a simple vista puede no resultar agradable. Y me estoy refiriendo al tedioso momento en el que se acaba una relación.
Y eso es lo que debieron pensar al crear: The Museum of Broken Relationships (Museo de las relaciones rotas) en Zagreb (Croacia) http://brokenships.com
Catalogado por algunos como uno de los museos más tristes del mundo (algo en lo que no estoy para nada de acuerdo) invita a ver con humor inteligente eso tan duro que es una ruptura, ayudando a relativizar las experiencias y llegando a la conclusión que esto no supone más que empezar de nuevo (otra vez).
La cosa surgió, como no podía ser menos, con una pareja que termina; Olinka Vištica y Dražen Grubišić y, en los posteriores dimes y diretes de quién se queda con qué, optaron a que la mejor opción sería exponerlos y contar historias, dejando abierto el museo a que todo el mundo done sus objetos y se desahogue.
En este mundo globalizado no hay nada mejor que no sentirse un bicho raro y ver que casi todos pasamos por las mismas cosas (seas del país que seas) de ahí que la exposición realice diversos tours (desde París, EEUU o Sudáfrica entre otros) y que se haya llevado en el 2011 el Kenneth Hudson Award como uno de los museos más innovadores.
Así, uno puede ver esas cosas tan melancólicas como vestidos de novia plantadas ante el altar, esposas para jueguecitos íntimos (bastante usadas), enanitos de jardín mutilados tras ser utilizados como objetos de lanzamiento; hachas y astillas de mobiliario roto ante rabietas dignas de “El Resplandor” y un largo etc. que llenan esa parcela morbosa que todos llevamos dentro, conociendo qué pasó y por qué terminó (si, fue bonito mientras duró).
Y como todo se cura (ya me dijeron de pequeña: “hija, tú no eres el llavero de nadie”) nada mejor que terminar la visita con unas galletas de limón y un té caliente en su cafetería, bañándolo todo con buena música de fondo y comprando en su tienda una de sus gomas de borrar que, según aseguran, sirven para eliminar toda mala experiencia. Yo propondría incorporar tiritas decoradas, que viendo las modas quedan más hipster.
Así que ir haciendo inventario y recopilando historias…ah no olvidéis escuchar esto como compañía que seguro ayuda mucho.
No, nada de nada / no, no lamento nada / ni el bien que me han hecho / ni el mal, todo eso me da igual (…) / Está pagado, barrido, olvidado / Me importa un bledo el pasado/.