En 2003 fuimos espectadores de la primera guerra retransmitida en directo por televisión. Gracias a la cobertura de los medios de comunicación y corresponsales que se desplazaron al lugar de la noticia para hacernos llegar cada día, cada noche, lo que acontecía en Irak. Desgraciadamente, esos periodistas, de meros transmisores se convirtieron en protagonistas de su propia noticia cuando el 8 de abril un obús impactaba contra el Hotel Palestina, alojamiento de la prensa internacional, hiriendo de muerte al periodista ucraniano Taras Protsyuk de Reuters, y al cámara de Telecinco José Couso.
No fue el único español que pereció en aquella guerra. La víspera, a Julio Anguita Parrado, que junto a Mercedes Gallego fueron los únicos españoles en ir empotrados en las tropas estadounidenses, lo alcanzó un misil iraquí que estalló contra uno de los centros de operaciones del ejército norteamericano.
El asesinato de José Couso impactó sobremanera en la sociedad española al tratarse de un crimen a manos del ejército de Estados Unidos, como así han tratado de defender y denunciar la familia de Couso y su amigo y compañero Jon Sistiaga. Un misil lanzado contra aquél hotel, con conocimiento de que era el refugio de la prensa y no un objetivo de guerra.
El periodista Jon Sistiaga era la cara visible de ese tándem que cada noche, a través de las pantallas de Telecinco, nos retransmitía los aconteceres de la batalla, incluso en alguna ocasión con bombardeos de fondo. Está considerado uno de los periodistas españoles con mayor credibilidad, habiendo recibido, entre otros, los premios Periodistas Sin Fronteras, Ortega Y Gasset, y varios Premios Ondas. Además de en prensa escrita o relaizando reportajes para televisión como en la actualidad, ha desarrollado gran parte de su carrera como corresponsal de guerra cubriendo conflictos en Oriente Próximo, Ruanda, Kosovo –donde fue retenido por tropas serbias-, Irlanda del Norte o Irak.
Justo un año después de la muerte de Couso, Sistiaga firmó uno de los mejores homenajes que se le han podido hacer al cámara. Ninguna guerra se parece a otra, posiblemente uno de los mejores libros españoles sobre corresponsales de guerra. Toma como punto de partida la trágica muerte de su compañero y cómo vivió aquél momento (no olvidemos que él estaba en la misma habitación en el momento del impacto), para iniciar un relato tan emotivo como informativo, pero sobre todo sin caer en sentimentalismo ni morbo innecesario. Narra cómo fue el trabajo que llevaron a cabo durante la guerra, como una especie de backstage de las crónicas que nos llegaron a través de la televisión.
Sistiaga, sin embargo, no se centra únicamente en ese conflicto sino que recorre su trayectoria y experiencias como corresponsal de guerra, completando una obra humilde, directa y sincera, sobre el oficio. Unas memorias, pero por encima de eso una puesta en valor de la labor del corresponsal de guerra donde cuenta cómo se trabaja y se vive en una ciudad en conflicto, las dificultades para desarrollar su trabajo y mantenerse con vida. Capítulos que hablan de espías en la guerra, censura, mentiras, dificultades para obtener información… Y cómo afrontar el miedo para enfrentarse a una posible muerte, a un secuestro.
En una ocasión, Sistiaga expresó que esa guerra supuso la reconciliación de la profesión con la sociedad. «Marcó un antes y un después en la forma de hacer periodismo. Sentíamos el aprecio y respeto de la audiencia. Perdimos a dos compañeros, Couso y Julio A. Parrado. Fue el precio que pagó esa buena generación». Y con esta obra se ratifica esa reconciliación y respeto hacia el periodista y corresponsal de guerra. Dejando ver no sólo la profesión, sino la vocación del corresponsal que puede llegar a enfrentar la muerte por realizar su labor.
Aunque proliferaron varios libros de este corte tras la guerra de Irak, firmados por periodistas de prestigio, éste es el único que trata de primera mano –porque puede hacerlo con legitimidad y licencia- los hechos de la muerte de José Couso. Es el relato del protagonista de la noticia, el que estaba junto al cámara en el momento en el que impactó el misil. ¿Podría haber sido él?
Título: Ninguna guerra se parece a otra |
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