La próxima vez que lean ustedes la selección de películas para el festival de Cannes sin duda no va a faltar un personaje imprescindible. El plumilla patrio que le pregunta a Fremaux el por qué del olvido del cine español. Fremaux suele contestar flemático que se trata de un olvido circunstancial. Ni él ni yo entendemos el por qué el cine español habría de tener alguna especie de cátedra fija en el certamen. Lo peor es que la realidad es cabezota y las secciones paralelas albergan últimamente no pocas selecciones e incluso premios para España, o lo que podríamos considerar cine español, Laura Farrés, Juanjo Giménez, Albert Serra, Pedro Almodóvar y sobre todo el pujante nombre de Oliver Laxe, dos largos en su filmografía y dos premios en Cannes.
Cannes importa poco y sus premios no deberían importar mucho más pero en este caso nos sirve como baremo de las expectativas de los grandes medios acerca del cine español o directamente del cine. No olvidar el cine español significa en el argot plumilla seleccionar un producto goyístico. España son los Goya.
Mimosas significa un nuevo paso adelante en una carrera de fondo. Si Todos vos sodes capitans derivaba en una segunda parte en una especie de misteriosa y atractiva filiación con el cine de Apichatpong y con las vanguardias deconstructoras de la primera década del siglo, Mimosas va soltando amarras.
Uno podría esperar de un relato de aventuras como éste un regreso al armazón del género, una obra hermanada con las epopeyas minimalistas de un Lisandro Alonso o un Lluís Galter. Pero Laxe ha pasado de década y ha sumado nueva película.
La búsqueda de Sijilmasa, cruzando la cordillera del Atlas, tiene algo más que el esqueleto de un género. Si bien no está poseída por una mirada convencional sobre los peligros de la aventura posee misterio propio traído por la manera de filmar los paisajes, con fotografía de Mauro Herce, unos paisajes majestuosos y expresivos que te van contando una historia.
Mimosas aparece unos meses antes de The lost city of Z de James Gray. Poco tiene que ver pero nexos de unión me parecen destacables.
Se significan en su década más allá de tendencias. Funcionan gracias a su mirada, en la que se conjuga pasado, presente propio y futuro. Mimosas más que a un presente se debe a la intuición de la emoción, a encontrar la fascinación más allá de unos códigos o de la complacencia en el exotismo contemplativo o en la sopa inane en la que tan fácil es hacer caer una obra que se pretenda destinada a un público culto…
Laxe como Gray parecen empeñados en no verse devorados por su tiempo, empeñados en encontrar una voz propia incluso dentro del sentido primigenio y puro de la aventura. The lost city of Z sigue la historia del cine americano donde los 70 la dejaron. Mimosas construye un relato propio del devenir de la aventura desde esta segunda década.
Será que la crisis económica provocó hambre en todos los sentidos, la espiritualidad no se asemeja a racanería. Mimosas es una película generosa y atractiva. Creo que Laxe las hará mejores pero no por carencias de ésta, sino porque demuestra que es capaz de sentir la misma soltura que un Gray y ponerse al mando de lo que el cine quiera hacer con la década y no de lo que la década quiera hacer con el cine.
Mimosas es una intención por explorar, un potencial por explotar, una película hermosa pero que nace felizmente incompleta y en continuidad con lo que espero que sea una maravillosa carrera que vaya entregando jalón tras jalón, investigando, sin hipotecarse por las formas de moda, al revés, estableciendo el propio Laxe cuáles son las modas.
Talento y capacidad le sobra para ello. Qué pasará en el futuro. ¿Por qué no llegar hasta un Paul Thomas Anderson y acabar apropiándose de una novela deslumbrante que dé mayor y más justo cobijo a estas formas en continua ebullición?. Si algo tienen los mejores directores es que tienen sus limitaciones como guionistas.
Laxe a veces tiene demasiado miedo de la claridad, no usa lo elíptico con convencimiento absoluto sino con pavor a ser demasiado plano, al igual que usaba el blanco y negro con reparos a ser demasiado evidente. Todavía está preso de formas que lo intelectualizan.
La solución no está en un libreto a lo Indiana Jones, sino en la misma fe y absoluta sinceridad en lo que puede estar contando. Tal como lo narra Mimosas. Atravesando el Atlas.
No dejo de preguntarme por las posibilidades de un cineasta de voz con una tonalidad tan sugerente al servicio de una historia más cristalina y resonante. No debería tenerle miedo. Películas quedan para tomar decisiones. Lo importante sobre todo es que avance. Hacia donde él quiera pero que avance. Y marque el paso.
Ficha técnica