-¿Cómo son las cajas por dentro? -le preguntó el film de embalaje a aquel artículo de regalo recién salido del paquete.
+Así -respondió con cierto orgullo y mucha convicción señalando.
Y es que es cierto, las cajas por dentro deben ser así, o al menos sería lo bonito para que los regalos viajasen eternamente felices hasta antes de desembarcar en manos de los receptores.
Este proyecto empieza a ser grande desde que se conocen sus escasos 11 m² de superficie situados en pleno centro histórico de Cartagena. La única duda que deja la historia de estea aventura, es el sonrojante cambio de uso que supone dicha iniciativa: una pequeña galería de arte convertida a local de venta de bebidas y comidas para llevar.
Pero seamos pacientes en el transcurso de los hechos. Sé que ya todos habéis visto las imágenes y me las estoy dando de misterioso, pero merece la pena darle un voto de confianza al bueno de Martín Lejárraga y hacer como que estamos descontentos con la hazaña del cambio de uso.
El interior de esta pequeña caja queda revestido en su totalidad por una madera gastada e incluso sensiblemente sucia, colocada como si de una obra de arte moderno se tratara y en la que la composición de rectángulos es bella. El colorido en estas madera y la iluminación colocada con un cariño vibrante, hacen de este rincón, un espacio digno y con derecho propio de presenciar la venta de cualquier tipo de producto, se lo ha ganado.
PD: Que la suerte os acompañe