En muchas ocasiones los directores se definen por alguna peculiaridad, en especial, por su géneros, actores, fotografía o temática en sí. Hong Sang-soo tiene como particularidad lo cíclico y el amor, pero no en sus tópicos, si no buscándoles los tres pies al gatos en las distintas vertientes, y sobre todo en el amor original nada de en conserva.
No siendo nada conservador en su forma y narrativa, como suele ser habitual, expone las relaciones amorosas en muchas facetas y cada una con su singularidad, sin caer en lo vulgar, en lo manido y exhibiendo así a la persona como única y particular, defendiendo en su contexto la libertad y necesidad a la diferencia y al respeto por ello.
Hong Sang-Soo retrata a dos amantes, Youngsoo y su novia Minjung una noche en una discusión en casa de él. Ahí el le pide explicaciones de lo que hace y deshace fuera de esas cuatro paredes, con quién sale y qué realiza a sus espaldas. Ella llena de ira y de sentimiento de control se va a su casa sin decir si volverá. Ahora Youngsoo la buscará mientras sus amigos le cuentan lo que creen haber visto, a ella junto a otros hombres.
Juega con el espectador, juega con soñar, juega con los protagonistas y también con la cámara. Todo con sencillez pero impregnando imaginación en la liberación de la mente para montar su propia película en cada una de las secuencias que quedan in albis para dar paso a otra situación parecida o comparativa. Y amén de pecar, hace que en ese envoltorio de giros, el espectador se monte en su cabeza su película.
Aunque a priori la cinta parezca definirse en un hilo conductor concreto, finalmente será el espectador con su lectura el que dará forma y versión a Lo tuyo y tú, a no centrarse en el amor base y en conserva que nos tienen acostumbrados a relatarnos. Si no ensoñar y dibujar lo no convencional como algo natural e indetectable, pero deseable.
Hong Sang-soo nos hace creer que hay saltos en situaciones y es un tanto puzle por momentos, pero en esos fragmentos que se desligan poco a poco tendremos la suerte de disfrutar de imágenes que parecen sacadas de una interpretación teatral, que se salen de la cámara para cobrar una vida propia en cada instante que la historia se desmorona para cambiarnos de tercio, y hacernos pensar de nuevo.
Hong Sang-soo realiza un examen de conciencia de la pareja, de la necesidad de la independencia de la persona diferenciándose de lo impuesto por la sociedad sujeto a cánones de normalidad frente a la pareja y frente al mundo. Expone a puerta abierta los celos y recelos existentes en la pareja, la idea férrea del control como necesidad en ella, y contempla con minuciosidad las esposas que se usan entre dos personas que se quieren entre ellas, pero también a ellas. Una lección de respeto.
Vuelve a reafirmarse con sus giros, con sus vueltas de turca en un guion circular y cambiante que vira en torno a lo escuchado, a lo interpretado por la palabra de los demás. Y como no en dejar en dejar a la libre interpretación si todo lo que se ve es real o impostado por la imaginación de unos u otros.
Otro sello de identidad de Hong Sang-soo es ambientar a sus personales en entornos culturales, como pintura (arranca con un escenario propio de él) y cine (su protagonista es un director de cine), y fijar a los mismos en lugares de disfrute como son los bares frente a una bebida o comida. Este aspecto es algo muy recurrente en todo el cine coreano y japonés.
Se encara la película con personajes con liberación de la mente para crearse su propio mundo, para una posible supervivencia en un entorno a veces crítico e impuesto en normas y dogmas. Guion dentro de posible guion es lo que se desmonta en cada personaje, en cada protagonista sin saber si es real o mera imaginativa.
No deja de ser por momentos una comedia con toques de locura insertadas en las personalidades de los protagonistas, un cuento sobre del amor, pero no al uso, siendo original en su exposición elíptica y conjugada con los dramas que se provocan con los sentimientos propios del amor y sus consecuencias.
Y bien otro enfoque podría ser el pensar que el amor y la locura en sí, son complementarios y que aquí ese papel de no saber si la protagonista juega o no, sabe o no, es la propia convicción de que el querer es así, fugaz, volátil en cuerpo pero firme en mente, o viceversa. Hay que plantearse primera secuencia y final, como si fueran una misma, o complementarias, y todo lo que existe en medio un mero sueño, como a veces pasa con los afectos, o lo que nos han contado de ellos en otras historias.
Me da que me he mimetizado con Hong Sang-soo, que he dicho mil veces lo mismo con distintas palabras, en diferentes párrafos, que la circularidad ha entrado en mí, como así lo hizo Lo tuyo y tú, y por ello no voy a cambiar ni una sola de mis palabras, para que estén en sintonía con la película.
Ficha técnica
[…] una casualidad que el protagonista de Lo tuyo y tú lleve una pierna escayolada pero si se le suma que es una película sobre la proyección del deseo […]