Cuando cumplió los treinta años Paolo Cognetti se marchó a vivir a las montañas huyendo del ruido de la ciudad y buscando la soledad para dedicarse por completo a la escritura. Allí dio como fruto Las ocho montañas, una novela que, no siendo autobiográfica, tiene como germen su propia vivencia.
«Esa vez mi amigo iba delante y yo estaba contento de seguir su pista, porque tenía que pensar. Pensaba en esta historia que estaba tomando forma pieza a pieza, y que estaba clara si juntabas todas las partes. Era la montaña quien la contaba. Yo solo tendría que escucharla y escribirla. Y eso es lo que hice tiempo después, subir hasta allí con el bolígrafo y el cuaderno para escuchar lo que contaba la montaña».
Publicada este año, se le augura el destino de un clásico contemporáneo sobre la búsqueda de la propia identidad. Ya ha sido reconocido con el Premio Strega en Italia, y Premio Médicis a la mejor novela extranjera en Francia. Un fenómeno literario europeo con más de 500.000 ejemplares vendidos hasta el momento. Es la obra más popular de su autor y, sin embargo, la que ha llegado en último lugar al lector español.
Paolo Cognetti (Milán, 1978) ha trabajado como documentalista y estuvo viviendo una temporada larga en Nueva York antes de volver a Italia para irse a vivir a las montañas de los Alpes. Ha escrito guías sobre Nueva York, ensayos de escritura, recopilaciones de cuentos y un diario de la vida en la montaña que pudimos leer con la editorial Minúscula (2017), El muchacho silvestre. Hoy vive a caballo entre Milán y los Alpes, a donde se retira a escribir.
Recorriendo la montaña surgió la idea para escribir Las ocho montañas. Una historia de amistad entre Bruno y Pietro. Dos jóvenes amantes de la montaña. Pietro vive en la ciudad y es en verano cuando va con sus padres a la montaña de vacaciones y cuando inicia una amistad con Bruno para toda la vida. Bruno, sin embargo, no conoce otra cosa que las montañas, vive allí donde la montaña es y será toda su vida. Perderán el contacto por unos años pero a los treinta años y tras la muerte de su padre, Pietro regresará a la montaña a reconstruir la herencia de su padre junto con su gran amigo.
Destinado a ser un clásico
Una historia sobre la amistad y la búsqueda de la propia identidad. Se desarrolla por completo en la montaña, adquiriendo ésta la relevancia de un personaje más. Escrito con honestidad, sin hacer uso de trivialidades, sensiblerías, florituras, ni concesiones al lector fácil. Afronta temas transcendentales pero desde la sencillez. Así como por ejemplo ha hecho Kent Haruf, pero con un estilo más sobrio, seco incluso. No es abundante en diálogos, sería contradictorio con el carácter de sus protagonistas, sin embargo la lectura es fluida y el ritmo constante.
Cognetti demuestra inteligencia, para la narración y la estructura. Para comprender el mensaje y la esencia de lo que quiere contarnos hay que encontrarlo en el conjunto de la historia y no en frases o capítulos aislados. Con ese estilo directo, sencillo y parco logra el propósito de transmitir las sensaciones y la complejidad de las emociones que envuelven a los personajes. Y con todo, logra una prosa poética e intimista.
Hay momentos en los que pudiera parecer una obra costumbrista, sobre la vida en la montaña. Pero al final ese conjunto revela una historia de vida. La historia de una amistad desinteresada, de lazos de sangre y dos formas de crecer.
Un libro con esencia a clásico, que nos traslada a la esencia de todo. A la esencia de la vida. A la búsqueda de uno mismo. El tiempo dirá si llega a ser un clásico.
«Quizá sea cierto, como afirmaba mi madre, que cada uno de nosotros tiene una cota predilecta en la montaña, un paisaje que se le parece y en el que se siente bien».
Título: Las ocho montañas |
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