Ya habíamos hablado en un artículo anterior de cómo se había compuesto esta pieza. El momento en el que surgió, las actrices que lo interpretaron y sus correspondientes versiones… Anna Magnani aparecía sumisa y abandonada; Ingrid Bergman contaba con un rastro de integridad que no se encontraba en la anterior. Y teníamos a Carmen Maura con un hacha destrozando la habitación en la que había sucedido su historia de amor con la otra persona al otro lado del teléfono.
Carmen Maura volvió a retomar la esencia del texto en Mujeres al borde de un ataque de nervios, esperando la llamada que en este caso no llegaba a suceder. También estaba Penélope Cruz en Chicas y maletas, pieza autorreferencial en Los abrazos rotos.
Pero ahora, descubrimos a Tilda Swinton con un traje rojo de Balenciaga deambulando por una nave industrial. En un prólogo de apenas dos minutos, el cineasta manchego compone una síntesis emocional de lo que está por venir. Recortando y reescribiendo el texto, la contemporaneidad aparece en el momento en que la mujer rompe con la sumisión del amante masculino para entrar en el terreno de La Vengadora.
Cargada con un hacha y un bidón de gasolina que haría feliz a Lisbeth Salander, Tilda Swinton compone una delicia de personaje en la línea de la tradición femenina almodovariana con referentes como Carmen Maura o Marisa Paredes en La flor de mi secreto.
El personaje de Tilda Swinton es una mujer que no duda en entregarse en ningún momento a la ley del deseo. Una mujer que golpea con un hacha el lugar donde una vez hubo pasión y ahora solo queda el incómodo silencio del abandono. Ya decía Penélope Cruz al ser preguntada por Carmen Machi, aquella concejala antropófaga, que por qué ardía la cama. «El fuego purifica», respondía ella.
Todos somos Tilda Swinton. Su voz, su respiración, su mirada, sus movimientos, una fuerte carga de humor inglés dando la réplica a través de los auriculares, resultan ser lo mejor de la pieza.
Sin embargo, aquí Almodóvar juega al experimento en su primera producción en inglés. No duda un momento en desvelar la tramoya a través de un maravilloso plano cenital, en el que la actriz entra y sale dentro de ese espacio único dividido entre la nave industrial y el piso según van discurriendo las emociones. Un espacio en el que lo experimental abraza el extrañamiento brechtiano y la escenografía de Dogville junto con el universo cinematográfico de Douglas Sirk.
Hay tantísimos elementos que remiten directamente al mundo interior del personaje como los DVDs de Kill Bill (referencia a la mujer vengadora) o de El hilo invisible (magnífica película en la que se narra una relación tóxica); las novelas de Alice Munro (en la que se inspiró Julieta) o de F. Scott Fitzgerald; la pintura de Venus y Cupido de Artemisia Gentileschi presidiendo la cama… Y, por supuesto, unos títulos de créditos compuestos a partir de herramientas de ferretería.
Es en este monólogo por auricular en el que se rompe la continuidad narrativa con la misma elegancia con la que el personaje se mueve al ritmo de la banda sonora de Alberto Iglesias, el cual utiliza piezas de otras obras como Los abrazos rotos o La piel que habito.
La autorreferencia siempre ha sido una constante en el cine de Almodóvar. La voz humana se contempla como una síntesis de toda la filmografía de su director. En Dolor y gloria se pudo confirmar que Almodóvar había entrado en una nueva etapa de su carrera, pero es en La voz humana donde lo podemos reafirmar. Es absolutamente reivindicable que una pieza de tan solo treinta minutos esté llevando gente al cine en un momento tan complicado. Treinta minutos que son más que suficientes para demostrar por qué Almodóvar nos ha enganchado siempre tanto y en el que lo podemos encontrar en un momento de libertad creativa absoluta.
Desde su primera etapa no lo sentíamos tan libre…
Título original: The human voice. Año: 2020. Duración: 30 minutos. País: España. Dirección: Pedro Almodóvar. Guión: Pedro Almodóvar (a partir de la obra de teatro de Jean Cocteau). Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Alberto Iglesias. Reparto: Tilda Swinton. Productora: El Deseo, Filmnation Entertainment.